lunes, 17 de diciembre de 2012

ERES INVIERNO.


Fueron a juntarse Invierno y Primavera.
El invierno mas tierno
y la primavera mas ramera.
Se fundieron en un beso eterno,
una mañana de enero en pleno agosto,
hambrientos como lobos,
Invierno de Primavera se subió a lomos.

Los copos de nieve
rozaban de las flores su relieve.
A mirarlos nadie se atreve
mientras se mueven.

Rompieron con las leyes de la naturaleza.
Con certeza encajaba cada pieza.
Cuánta belleza: ¡helada una cereza!
Si por algún casual, ardiera Primavera,
con pureza, invierno la despieza,
como una cera se funde en un fuego helado;
allí estaba, formando tornados.
Todos gritaban "El fin del mundo a llegado"
Mientras, abril le gritaba a enero
que dejase el cigarro en el cenicero
y que la follara, que entre sabanas
la achuchara, y entonces estallar como granadas.

Aquello no pudo terminar con mayor tempestad.
Llegó el duende Otoño:
-Esto yo lo tengo que parar.
El duende envidioso,
acosó a invierno con gozo.
-¡Grandiosos los ojos!-Le dijo al Sol de mayo.
-Tú y yo, hagamos el trato del año.
A Invierno quiero recuperar,
si me ayudas, a cambio,
a Primavera vas a recobrar.

Sol comenzó a alumbrarla dándole calor,
atraiéndola como atrae a un girasol,
y primavera, tonta, perdió el control.

Invierno enfurecido y herido,
en su cabeza solo escuchaba ruido.
Primavera lloraba por su descuido.
Él, tullido, sintió
lo mismo que Sol cuando se la robó.
Cada soplido un rugido.
Del duende ya solo se escuchaban ronquidos.

Jodido en cada latido
se despidió de primavera
-¡Espera, no te vayas, querido!
-Cállate y déjame mentirosa,
ya no eres mi diosa,
y pienso quemar cada una de tus rosas.

Y ahora en cada abril
primavera se vuelve lluviosa
y en cada arcoiris,
se toca, viciosa,
pensando en su gris iris. 


martes, 17 de julio de 2012

Melocotón en almíbar (Cuarta parte) :


-La otra noche la pasé con alguien.
-¿Sí? Y, ¿qué tal?
-Bien, supongo. Lo normal…


-La otra noche la pasé con alguien.
-¿Sí? Y, ¿qué tal?
-No me hagas caso, ni siquiera es importante…


-La otra noche la pasé con alguien.
-¿Sí? Y, ¿qué tal?
-Preocupante…


-La otra noche la pasé con alguien.
-¿Sí? Y, ¿qué tal?
-Mal.
-¿Por qué?
-Dormí abrazada a aquel personaje…
-¿Y qué tiene eso de malo?
-No puedo permitirme ese lujo. Sí, es majo… 

jueves, 21 de junio de 2012

Muerto en vida.



A veces es mejor quedarse en la incertidumbre y no pensar. Cerrar los ojos y saltar. Saltar lo más alto que puedas para tocar fondo lo más rápido posible.

miércoles, 13 de junio de 2012

Renació como un Fénix; yo me quedé siendo ceniza.




Intento agarrar con todas mis fuerzas el último suspiro que quede entre nosotros, como el último halo de vida que escapa de la boca de un moribundo, con la esperanza de que tú también lo agarres y tires de él para que no escape fuera del cuerpo, para que caliente el pecho y lata, lata fuerte. Pero solo siento que ya únicamente nos queda eso:  un amor moribundo, a punto de morir, para el cual no sé si existe algún remedio a su enfermedad. Por esta razón, ya solo me dejo ir, marchar. Lejos de aquí. Lejos de ti. Y renacer. Renacer sí, pero como un cuerpo imperfecto, como un poema sin escribir, como una obra de arte sin terminar. Con un hueco de bala entre pulmón y pulmón, como si ya hubiese muerto antes de nacer.



Pero algún día yo también completaré el puzzle y seré uno de los pájaros mas bellos y valiosos del mundo, una de esas preciosas y maravillosas aves de fuego y libertad.

 Salvaje y libre siempre. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

No existe el verso en tus labios...


Hoy soñé, soñé con la luna.

Con un cielo enorme,
detrás de una ciudad edificada,
De grandes creaciones del hombre,
sin importancia.

Soñé con la luna,
con un gran descampado de flores
que bajo ella se encontraba.
Soñé con las estrellas
que apenas alumbraban.
Apenas alumbraban
porque la luna las tapaba.

Soñé con una luna enorme
que colgaba con hilos de plata
delante de un telón negro.

Soñé que giraba y giraba
y poco a poco subía al cielo,
Era de un azul plateado y brillante,
como un foco de luz,
y desprendía una sustancia,
una energía azul palpitante.
Soñé que subía y se hacia mas pequeña
y que ahora de color lila emanaba mas fuerza.

Soñé que me asustaba,
pues una gran luna roja custodiaba el cielo.
Era roja como la sangre,
rojo intenso,  dolían los ojos..
Soñé que quería retratarla
y no me dejaban,
enmarcarla
y no podía cogerla.
Soñé que se alejaba hacia el infinito
y que entornando los ojos se burlaba
sin que pudiese alcanzarla.

domingo, 29 de abril de 2012

Melocotón (en almíbar). Tercera parte :


¿Nunca os habéis preguntado sobre la importancia de un simple brillo de ojos?
No importa si sonríes, si lloras, si estás serio, si mientes, si hablas o callas, esos ojos, tus ojos siempre dirán la verdad.
Cuando hablas y piensas en otra cosa, o cuando te preguntan y callas la verdadera respuesta, por muy convincentes que sean los rasgos de tu cara y la expresión de tus ojos, siempre habrá algo ahí en ellos que te cuenten la verdad, es como esa frase, aquella que todo el mundo dice: “los ojos son la ventana del alma”. Ahora comprendo esa frase, es como mirar por un ventanal al infinito, es como precipitarse, tirarse en un pozo sin fondo, asomarte al borde de un acantilado, sentir el viento en la cara, las olas rompiendo contra las rocas y observar el profundo mar que nunca termina de desaparecer a lo lejos de un color azul intenso. Como sus ojos, los de ella...

Me encantó desde que la vi, lo primero que pensé fue:”joder, que chica tan guapa, y encima es simpática”.
Era difícil. No podía evitar tontear con ella, se me erizaban los pelos del brazo cuando la rozaba, acercarme a ella y agarrarla de la cintura para hablarla al oído en un bar, decirle cualquier gilipollez del tipo: “que mierda de sitio, hace frío y es feo, pero por lo menos estas tú.” Y ella se reía, ponía una sonrisa muy grande, una sonrisa picarona, de pilla, muy bonita, con sus enormes ojos azules a juego. Era preciosa.
Entonces después de la sonrisa, me llamaba imbécil, o me seguía el rollo.
A mis 20 años, me sentía como un niñato de 13, no se me ocurría nada mejor para llamar su atención y buscarle las vueltas que hacerle la zancadilla o acariciarla cuando su novio, o lo que fuera, porque en verdad era un chico con el que andaba rondando, pero no tenían nada serio, no mirase, y ella medio me sonría medio no sabía que hacer por él, supongo. Pensaría: si le digo algo, él se va a dar cuenta y la vamos a liar, así que mejor me hago la loca.” Además, creo que tampoco decía nada porque en parte le gustaba que lo hiciese, lo pienso por las veces en las que se reía, o en las que me daba bola, o por la forma en la que ha terminado todo. En realidad nunca me ha dado bola acariciándome o haciendo esas cosas tan cantosas, cómo iba ella a hacer eso. Sé que soy un descarado, pero me encanta serlo, además, era eso o ni acercarme. Ella solo me daba bola al hablar.

Recuerdo una vez, uno de esos bares, de las pocas veces que salía por ahí con ella, que me acerqué a decirle algo, y como siempre la agarré por la cintura y me arrimé a ella todo lo que pude y me dijo: “¿te pegas tú mucho, no?” con una de esas sonrisas suyas. Entonces me aparté y separé las manos hacia arriba, e hice un gesto de indiferencia, era un juego, nuestro juego del “quiero y no puedo”.
-¿Yo? ¡Qué va! ¿Ves? No me pego.
-Ya.-Rió, como siempre.-No sufras, Prometeo.
-¿Prometeo?
-Sí, el Dios griego del fuego.
-Para ti, soy todo pasión, baby.

Me lanzó una carcajada en pleno corazón (igual de dolorosa que aquella águila que le arrancaba el hígado a Prometeo cada día), se dio la vuelta rápidamente, haciendo que me rozase en la cara su pelo rojizo con olor a vainilla, se paró un poco, y luego corrió con él, lo abrazó y lo beso. En esos momentos yo intentaba alejarme de allí, no me sentía a gusto, sentía incomodidad, envidia, y deseos de cogerla por la cintura,  echármela al hombro, raptarla y llevármela lejos para mí sólo.
A menudo soñaba despierto con ella al meterme en la cama por las noches.
Pensar, yo solo entre las sábanas, en ella, en sus caderas, su pelo, su olor, sus ojos azules, sus labios rojos, su piel, que hasta se excitaría la luna al rozarla… Aquel sentimiento extraño que sentía mezcla de impotencia y de otras muchas cosas que no logro identificar, me recordaba a una frase de una canción de “Extremoduro” que decía,  “Su piel, que me corro si me roza su piel”. Siempre se me habían erizado los pelos de la nuca con esa frase, y ahora mas que nunca. Pensar en ella de esa forma me producía una erección, y además de eso, tristeza. Pensar que ese idiota, la tenía sólo para ella. En realidad no tenía nada contra él, no lo conocía, pero me caía mal por ese simple hecho: estar con Olga. Me masturbaba con rabia al imaginármela toda ella para mi, y después ese idiota entraba en mi sueño y nos interrumpía para echarme en cara de nuevo que era suya, su, de él, y él era el que la tenia entre los brazos, posiblemente, durante toda aquella noche en la que su ausencia hacia que mi cama estuviese mas fría que nunca. Aquella noche, él estaría durmiendo con ella, mientras yo, pobre e ingenuo idiota, la pensaba y la imaginaba jugando entre mis sábanas.
Me corrí con rabia y asco enfadado conmigo mismo y después mientras estaba observando los cristales empañados que reflejaban las luces de la calle en las paredes de mi habitación, me dormí con esa sensación de mal estar.

-Maldita sea,  tío, te estoy hablando, ¿en que coño piensas?
-Ah, perdona tú, estaba… nada solo me he quedado en blanco, ya sabes no pensaba nada…
Quique llevaba un buen rato hablándome, y yo ni caso.
En ese momento pasaba por allí un par de niños corriendo, jugando al “tu la llevas”, uno tropezó y callose al suelo haciéndose una herida en la rodilla izquierda. Entonces se puso a llorar y su amigo fue, le dio la mano y lo levantó, se rió de él (o con él), le sacudió el polvo del pelo y le grito sonriente “Tú la llevas”, mientras salía corriendo.

-El problema de esta sociedad es que es indiferente.
-No es indiferencia, es egoísmo- le respondí.
-O ambas cada una, a nadie le importa lo que pasa a su alrededor, tienen sus vidas y nadie se solidariza con los demás, antiguamente en los pueblos, todos se ayudaban, todos se conocían, como una gran familia, si alguien necesitaba algo no tenia ni que pedirlo, todos lo ayudaban con lo suyo, incluso las habitaciones de los padres de familia no tenia puerta, todo se sabia. Ahora no, ahora no te interesa ni como le va la vida a un hermano…
-Todo es un recipiente de cristal de colores adornado y relleno de nada.
-¿Qué quieres decir?- Me preguntó Quique, greñudo y desdentado como siempre. Era un tipo agresivo cuando se enarbolaba, activista y fumador compulsivo, medio filósofo, medio filántropo. Le gustaba irse a correr por las mañanas y beberse una cerveza nada mas llegar a casa, antes de meterse en la ducha. Leía revistas viejas del montón que tiene sobre la mesa durante los anuncios de televisión, odiaba las películas de terror y también la mayoría de las comedias americanas. Y disfrutaba del desorden de su casa y de sus ceniceros hasta arriba de colillas.
-Lo que quiero decir, es que en las tardes vacías de verano, miro a mí alrededor y no veo nada, todo está en silencio, soleado, en calma, los niños corren y juegan en la calle sonrientes, inocentes, ignorando los problemas de sus padres, los accidentes que hay en el mundo, los atentados, las guerras y las masacres, el hambre del tercer mundo, las injusticias, las dictaduras y las represiones… Niños inocentes e ignorantes viven felices sin preocupaciones, y tú, desde tu ventana, si quieres puedes ver el mundo así, tampoco tienes a primera vista todos esos problemas, puedes olvidarte de ellos y despreocuparte, pero yo no. Puedes ver la luz del sol y la tarde despreocupada, pero no es más que un vacío emocional sin sentido, es todo falso, eso que crees es mentira., todo, absolutamente todo.-Miré de forma serena hacia el frente, le di un trago a la lata de cerveza que tenia entre las manos y pensé: “Podría olvidarme si quisiera, podría ver todo desde otra perspectiva, pero no puedo.

Si tú estuvieras aquí, olvidaría todo eso. Si estuvieras, lo arreglaría todo la cosa más maravillosa del mundo.
Si te tuviera aquí correría las cortinas y te vislumbraría desnuda mezclada con la textura de las sábanas, te observaría al trasluz de la ventana, maravillado.
No se escucharía nada, solo el sonido leve de tu respiración acelerada.
Adelantaría las yemas de los dedos sobre la fina línea que recorre tu espalda de norte a sur o de sur a norte, y después vagaría entre las curvas de tus caderas perdiéndome en tu ombligo para caer después por un acantilado y me perdería allí, y lo olvidaría todo. La mentira del mundo solo la podría borrar lo único real que conozco, lo único verdaderamente hermoso que hay en el mundo, solo conozco una cosa en todo el planeta que merezca ser amada y admirada por el ser humano. Tus labios rojidorados, y tus pechos rosados, el roce de tus pies jugando entre las sábanas, sentir tus uñas delicadas recorriéndome la espalda, tu aliento detrás de la nuca, y el leve sudor de tu cuerpo embriagando mi cama.”

-Oye, tú, de verdad,-Quique había seguido hablando- ¿me escuchas cuando hablo?
-¿Qué? Ah, sí, sí, claro…
Se me había quedando mirando seriamente acercándose apenas unos milímetros, observándome con el ceño ligeramente fruncido. Puso una mano en la barbilla, moviéndose la mandíbula de izquierda a derecha y de nuevo otra vez, entonces le miré de frente, hasta ahora lo había observado por la mirilla del ojo, se colocó recto y serio frente a mí, y dijo:
-Tío, me compadezco de ti, te ha quedado fatal.
-¿Qué, de qué hablas?
-Mira chaval, han pasado meses, no sé, ¿cuántos? ¿Seis, siete, quizá ocho? Y no paras de pensar en ella, yo ya ni siquiera me acuerdo de su nombre,  ¿Cómo se llamaba… mmm… Mónica?
-Olga, Quique, se llamaba Olga…
-Pues eso, que no sé que haces lamentándote aún, olvídala, ni siquiera la has vuelto a ver, no sé cómo te han hundido tanto, si solo fue un polvo, ¿no?
-Fue, mucho más que eso. Esa chica era perfecta, era lo más precioso que he tenido nunca. No fue solo un polvo, y no fue ni siquiera el polvo…
-Que no Fer que no, que una tía no te puede quedar así de tonto, que hay muchos peces en el mar…
-Sí, peces sí, pero sirenas muy pocas y muy difíciles de encontrar.
-Dios, no quiero verme nunca en tu pellejo.
-Deja el tema mejor.
-Vale, vale.-Silbó y llamo a Chester, su labrador.-  ¿Llamo a Javi y Juanca y nos vamos a mi piso a ver unas pelis o algo?
-No sé, no tengo muchas ganas la verdad.
-Vamos, no seas aguafiestas, ¿Qué mejor que ver una peli con tus colegas, comida del chino, unas birras y unos vicios a la play? De tranquis ya sabes, y mañana salimos.
-No, creo que me voy a ir a casa, mañana tengo que currar, ya sabes eso de levantarte a las 8 de la mañana…
-Como quieras tío- se agachó y ató la correa al perro, se irguió sobre sí  y me tendió la mano.- Entonces, nos vemos mañana, ¿no?
-Claro.

Le dí la mano y me dí la vuelta subiéndome el cuello de la chaqueta y metiendo las manos en los bolsillos. Me fui a dar un paseo, a estar solo, a observar las calles, a pensar. Supongo que en parte a compadecerme de mi mismo, o puede que a no pensar.





Sueño otoñal de una noche de verano (6)

Me abandonó. Se esfumó durante una época.
Hice algo mal y se alejó.
Llevaba una semana sin soñarle.
Me estaba quedando trastornada, pero seamos sinceros, no quería que desapareciese, aunque me matase. Si tenía que elegir cómo morir ya no quería morir a causa de la falta por espacio para las arrugas en mi piel, ni crearme un cáncer por el humo tóxico del tabaco. Si tenia que morir quería que fuera trastornada por él y su imagen y sus caricias con mirada de indiferencia en una cama.

Cuatro fueron los días exactos que dormí de forma normal y continuada. Cuatro noches sin soñar y durmiendo profundamente, pero la quinta volvió.
Volvió para no irse nunca:

Soñé o creí soñar, o quizá lo vi, allí frente a mi. A los pies de mi cama mientras yo dormía.
Estaba despeinado y vestido con su ropa oscura y desgastada. Se colocó hasta el borde de las sábanas y se sentó cerca de mis rodillas, ladeado para mirarme. Me acarició el pelo y la cara y luego se puso de cuclillas en el suelo, cruzando los brazos que apoyó en el colchón para reposar su cabeza a la altura de la mía. Se tiró así un largo rato, callado, sin decir nada. Sin hacer nada.
Jugó, después, con el relieve de las sábanas y paseó sus dedos hasta el bello de mi brazo que se erizaba al paso de su tacto.
Dejó su juego para marcharse, pues la luz comenzaba ya, a colarse por las rendijas de la persiana, pero antes de irse, allí de pie junto a mi cama, se inclinó y me besó la mejilla susurrándome al oído:
"Nunca más... Nunca más te dejaré sola".

miércoles, 18 de abril de 2012

Sueño otoñal de una noche de verano (5)

Me  estaba quedando dormida durante la clase. Llevaba días sin dormir más de dos horas seguidas. No paraba de soñar con aquel chico, a veces tenia pesadillas. Miraba por la ventana mientras pensaba en mis batallas nocturnas. Hacia frió y el día estaba ventoso y nublado. Las ramas y las hojas de los arboles se agitaban  nerviosas y angustiadas , al igual que yo por las noches.
Tenia tantas imágenes suyas en la cabeza que ya no sabia cual era cada sueño; sentía que me estaba volviendo loca poco a poco, que mi cerebro no funcionaba, que pensaba de forma y en cosas extrañas que me asustaban a mi misma, y una melodía cantada por ruiseñores difuntos no dejaba de patearme la cabeza. Los pitidos en los oídos iban y venían a su antojo; al igual que el deseo, que vuelve sin avisar.
Estaba agotada, decaída, y bueno, hecha un asco al fin y al cabo. Mis ojeras traspasaban el umbral de mi piel, mis ojos estaban rojos y la tez de mi cara muy pálida.
A medida que veía el viento maltratando las copas de los árboles recreaba el sueño de la noche anterior, preguntándome qué narices me pasaba:

La noche anterior habíamos estado en alguna casa de paredes blancas, con poca luz y algo lúgubre a pesar de no ser demasiado vieja. Me arrastraba  hacia algún sitio a través de los pasillos.
Flash.
Flash.
Nos encontrábamos sentado en un sofá y yo miraba un cuadro colgado en la pared. Éste retrataba una vela que miraba su reflejo en un cristal, su llama resultaba atractiva, parecía alumbrar la habitación. Estaba recostada en sus rodillas, tumbada en el sofá, él me miraba serio desde lo alto y me acariciaba la mano con la suya encima de mi abdomen. Poco después, subió la yema de sus dedos hasta mi cuello, tocándome detrás de la oreja y en los labios, mientras yo miraba distraída hacia otro lado con la mirada perdida en el vacío.
Me besó la frente y se dobló hasta rozar mi oído con la boca, susurrando algo. Esta vez los pitidos fueron mas leves y se entremezclaron con las palabras que esta vez sí pude oír, pero no distinguir. Sonaban con eco. Las palabras y los zumbidos se hacia el amor en las ondas que llegaban hasta mi tímpano.

Pensaba en aquel sonido constantemente, intentando separar las palabras, ordenarlas. Necesitaba saber qué me decía, pero no lo conseguía. Tenia la cabeza apoyada sobre la palma de la mano y estaba un tanto tumbada sobre el pupitre. Daba cabezadas, los parpados me pesaban y mis lacrimales se activaban.
"No te duermas, Raquel. No te duermas"
No aguantaba más, iba a quedarme dormida, y me daba miedo. No por el profesor, ni la clase, sino por miedo a soñar de nuevo.

Me vi otra vez en esa habitación blanca, con la cabeza en sus piernas, tumbada en aquel sofá. Me acariciaba los labios y comenzaba a inclinarse de nuevo buscando mi oído, y volvió a repetirlo. El sonido zumbante , las palabras y el efecto de eco se repetían exactamente igual que la vez anterior. Tenia los ojos abiertos como platos mirando algún punto del techo, afinando la oreja para encontrar una frase coherente en ese pequeño remolino lejano.
Él volvió a incorporarse y a acariciarme las mejillas, mientras yo repetía en mi mente los sonidos pronunciados una y otra vez. Y entonces lo escuche. Lo descubrí tras aquel  alboroto de ruidos débiles:
     "Te prometí que nunca me iría, pequeña" 

viernes, 30 de marzo de 2012

sábado, 17 de marzo de 2012

El destino de tu libertad está en el límite de tus pensamientos...

La luna esta llena en el cielo y yo estoy aqui en el suelo vacia.
¿Vacia de que?
Hoy me siento melancolica y entristecida sin motivo alguno.
La dicha y la suerte recorren mi vida a menudo, aunque no siempre. Aun asi, no tengo motivos para quejarme.
¿Pero que se supone que debe llenarme?
Desde pequeños la personalidad de cada cual se ve condicionada, tu cerebro, tus pensamiento, se ven condicionados. Primero por la genetica de tus antepasados y despues por tu entorno. Eso es lo que nos hace ser personas.
¿Realmente somos libres?
¿Realmente somos felices cuando lo somos? ¿O simplemente crees serlo y creemos sentir todo lo que sentimos?
Porque nuestras emociones, sentimientos, pasiones, esperanzas, miedos, sueños, pensamientos, creencias y elecciones estan conectadas a una carga genetica y a otra social. No hemos nacido libres.
¿Como saber cuando lo somos realmente?
Para serlo debemos criarnos alejados de todo, sin padre , sin madre, sin ombligo...
¿Por que lloramos?
¿Por que amamos?
¿Que es amar? ¿Que nos impulsa a querer a esas personas?
Si estamos condicionados, debemos estar condicionados a amar u odiar a cierto tipo de personas, porque conscientes o inconscientes de ellos es lo que nos han enseñado o hemos aprendido... ¿Por que dependencia o necesidad de ellos?
El cerebro es una maquina de carne...
No somos nada, no somos nadie, somos animales enjaulados por nosotros mismos...
La opresion existe, pero la verdadera libertad aun no se a dado a conocer.

Sucios de nuestra propia inteligencia, valores y normas morales...
¿Quien decidio lo que estaba bien o mal?
Comidos por nuestros propios miedos...
¡Seamos animales de nuevo, vivamos libres entre tierra, agua y cielo!
La superacion de uno mismo esta en ir mas alla de lo que otros creyeron el final y lo que llamamos libertad no es mas que aquello que se sale un poco del molde, un poco mas alla, donde se dobla la linea.
Aquellos que se creen libres no son mas que sujetos condicionados concientes de ello, que tienen la suficiente fuerza como para luchar contra sus deberes.
Aquel que verdaderamente es libre es ese que lucha contra si mismo y gana por partida doble quedando liberado de si mismo y a su vez, siendo mas el/ella que nunca...
Nunca llegaremos a ser realmente libres...

lunes, 12 de marzo de 2012

Melocotón (en almíbar). Segunda parte:





Estaba dando un paseo, sin más, un simple paseo, me apetecía caminar y observar a la gente, formar parte del mundo por un día, aunque fuera desde un plano segundario, o incluso terciario. Caminar por las calles y ver como se comporta el eje que hace que gire el mundo. Nadie se percata de que te encuentras allí con ellos.
Era un día de esos que me gustan, de primavera, en los que el sol brilla muchísimo, pero hace viento, y nunca sabes si el día terminará en un esplendido atardecer o en una estrepitosa tormenta.
Paseaba y cuando me quise dar cuenta estaba allí, de nuevo frente a aquel portal, junto a aquellos matorrales que cercaban el pequeño parque verde, con el banco de siempre, marrón, frío, y desgastado a mis espaldas.
Sin querer había vuelto. Quizá deba subir.

Es extraña esta sensación. Nunca pensé en extrañar, y sin embargo lo echo de menos, he amado a muchas personas, y siguen estando aquí, presentes, pero no las extraño, soy feliz con su recuerdo, soy feliz a pesar de mi misma, y soy feliz porque son parte de mí.
¿A caso es necesario extrañar si están aquí?
No, claro que no. No merece la pena, cierra los ojos y sonríe.
Y sin embargo no funciona, sigo extrañando.
Esa sensación de calor en el pecho, debe ser la primavera.

Me había quedado allí, parada, sin hacer nada, en la acera de enfrente, y entonces abrieron la puerta del viejo portal.
Sonreí para mis adentros. Hace meses que no lo veo, se ha cortado el pelo, y tiene los ojos teñidos de una tristeza lejana. Que estúpido es, no se imagina la tontada que está haciendo, ¿por qué estar triste si seguimos siendo nosotros mismos?
No sabe que le estoy mirando, y no se va a dar cuenta, simplemente ha ido a tirar la basura, y el contenedor no esta ni a dos pasos de la puerta. Ahora subirá despacio las escaleras, y no se dará cuenta de que siento como va subiendo cada peldaño uno a uno hasta abrir la puerta de casa y sentarse en el sofá para encenderse un cigarrillo, exhalar el humo mirando hacia arriba, mirar a los lados y preguntarse qué esta haciendo para luego decidir encender la tele y ver un programa cualquiera.

Sí, ni se lo imagina, entonces me iré y puede que esta vez no vuelva o quizá venga el año que viene, en cierto modo estoy confusa. A mi me gusta mi independencia… si me acercase a él o una de dos, o le hundiría en un pozo de mierda hasta el cuello en el que se van hinchando los recuerdos hasta asfixiar o lo salvaría del mismo.
Me parecen absurdas las concepciones que tienen las personas, es absurdo pensar en la posesión o en el derecho de algo relacionado con alguien, es decir, supongamos que en una relación de pareja, la típica relación de pareja, uno dice, “hola, esta es mi novia” ¿cómo que tu novia? Puedes decir, es la persona con la que comparto mi vida, o con la que de momento comparto cama, pero no es tu nada, es la persona a la que quieres y ser feliz con alguien no significa estar con esa persona las 24horas del día, ni significa que debas encerrarte en esa relación, ni que no puedas actuar de forma natural  comparado con como lo hacia antes, es mas, ni siquiera significa estar con ella, solo quererla incondicionalmente, con defectos, errores, con pros y contras, quererla y dejarla libre, beber de su felicidad.. Es un ejemplo algo brusco ya que es una frase que se utiliza mucho sin tener ese significado que yo quiero darle, pero exagerando las cosas una se expresa mejor, además amar no implica eso: una relación de pareja, o acostarse con alguien. El amor se manifiesta de muchas maneras, con esto no quiero decir que cuando quieres a alguien de verdad no hagas estas cosas, claro que se hacen, lo que quiero decir, es que no son necesarias, hay cosas mucho mas importantes que de verdad conllevan amar, como la comprensión.
Es difícil explicar, amar es un concepto demasiado grande e importante y demasiado abstracto.

Ya había entrado en el portal, cerré los ojos y pude sentir y visualizar levemente como se metía las manos en los bolsillos y sacaba las llaves.
Subirá y hará todo eso que dije, lo se, lo siento.
Reflexionará viendo un programa de televisión cualquiera.
Entonces me daré la vuelta y se irá la primavera.


I ♥ Rugby




1.Cómo vas a saber lo que es el amor si tu madre nunca te cosió la camiseta a pesar de sufrir cada vez que entrabas al campo.
2.Cómo vas a saber lo que es el dolor si jamás te comiste un placaje y no pudiste atarte los cordones por un mes.
3.Cómo vas a saber lo que es el placer si nunca ganaste un encuentro en el barro.
4.Cómo vas a saber lo que es llorar si jamás perdiste una final sobre la hora con un golpe dudoso.
5.Cómo vas a saber lo que es el cariño si nunca acariciaste el balón sin darte cuenta mientras escuchabas la charla técnica.
6.Cómo vas a saber lo que es la solidaridad si jamás te hiciste echar por defender a un compañero golpeado indefenso en el suelo.




7.Cómo vas a saber lo que es la poesía si nunca tiraste un drop con el contrario encima.
8.Cómo vas a saber lo que es la humillación si jamás te hicieron un sombrerito y no le llegaste nunca.
9.Cómo vas a saber lo que es tocar el cielo si jamás diste la vuelta y te tiraste a la pileta.
10.Cómo vas a saber lo que es el pánico si nunca te sorprendieron mal parado en un contraataque.
11.Cómo vas a saber lo que es el egoísmo si nunca arriesgastes en un ataque cuando tenías al lado a tu ala sin marcar.
12.Cómo vas a saber lo que es el sacrificio si nunca entrenaste en invierno bajo la lluvia después de trabajar todo el día.
13.Cómo vas a saber lo que es el arte si nunca improvisaste una jugada con tu medio.
14.Cómo vas a saber lo que es el servicio incondicional si nunca fuiste delantero.
15.Cómo vas a saber lo que es la injusticia si nunca te echó un árbittro que estaba lejos.
16.Cómo vas a saber lo que es el perdón si nunca te emborrachaste con el que te mandó al hospital.
17.Cómo vas a saber lo que es el valor si nunca le diste la vuelta a un resultado imposible.
18.Cómo vas a saber lo que es la amistad si nunca viviste un tercer tiempo.
19.Cómo vas a conocer el espíritu de lucha si nunca tuviste que salir porque las piernas ya no te respondían.
20.Cómo vas a saber lo que es el liderazgo si nunca te pusiste el equipo al hombro y lo llevaste adelante cuando todos se dieron por vencidos
21.Cómo vas a conocer el compañerismo si nunca sentiste una palmada en la espalda cuando por culpa tuya les hicieron un ensayo
22.Cómo vas a saber lo que la felicidad si nunca hiciste un ensayo
23.Cómo vas a saber lo que la desesperación si nunca te llevaron para atrás en una melee
24.Cómo vas a aprendes a imponerte si nunca hiciste un ascensor
25.Cómo vas a conocer la unión si nunca te juntaste bajo los palos
26.Cómo vas a saber lo que es la vida, si nunca, jamás, jugaste al rugby.













Sueño otoñal de una noche de verano (4)

Su alma helada no dejaba de mirarme mientras tocaba el piano en aquél gran salón lleno de polvo, telarañas, sueños y muebles cubiertos por sábanas. Encima del piano, una pequeña flor azul se marchitaba hasta perder su color, incluso el de su tallo, y el pequeño jarrón de cristal se corroía igual que la flor a la que había dado vida.
Aquella melodía cantarina a la vez que melancólica recordaba al canto de un ruiseñor ahogándose en la angustia. Todas sus notas volaban de un lado a otro de la habitación rozándome el aliento con el aspecto de pequeños polluelos cadavéricos.
Y él no dejaba de mirarme.
La música aún habiendo hecho que mi alma se encogiera hasta el punto de poder esconderse entre mis pulmones, había conseguido avivar algo en mi, pues me resultaba familiar.
Y él no dejaba de mirarme.
Sí, estaba claro, no era la primera vez que escuchaba eso, y aquellos diminutos esqueletos de ruiseñor lloraban y volaban felices al igual que la sensación que bebía de mis venas.
Y él no dejaba de mirarme.
Se me ocurrió preguntarle acerca la pieza, sí, preguntarle eso antes de quién era.
-¿Que estas tocando?
Seguía sin moverse, mirándome fijamente, como si no hubiera escuchado nada.
-Oye, ¿me escuchas? Digo, que qué tocas, me resulta familiar.
Arqueó un tanto la ceja y frunció otro tanto la siguiente, levantó una mano sin dejar de tocar y me mando callar con su dedo indice. Me quedé sin hablar un largo rato, pero esa situación empezaba a desesperarme.
-Sabes, no se que hacemos aquí... y esa canción cada vez me pone mas los pelos de punta, ¿no vas a decirme qué es?
Una media sonrisa de psicópata recorrió su rostro y sentí como mi alma, que antes anidaba entre mis pulmones, bajó a mis entrañas arañándome el estomago. Abrió la boca y entonces la melodía se mezclo con un pitido muy leve en mis oídos y un zumbido que acompañaba al movimiento de labios de ese chico. Era como cuando las ondas de radio se mezclan con la mala sintonización de un canal de televisión, o como el sonido que sale del televisor cuando aparece en él la imagen de varias franjas de colores.
Me tapé los oídos por miedo a marearme otra vez, en ese momento dejó de hablar y aquel horrible sonido cesó.
-Eso... ¿qué ha sido eso?- Lo miré y él no dejaba de mirarme. Siguió tocando aquella pieza una y otra y otra vez.
-¿Por que?
Frunció el ceño y comenzó a mirarme con cara de impaciencia. La canción del piano empezaba a atarse a mi como una soga al cuello, estaba asfixiándome. Decidí sentarme al pie de unas escaleras de madera que rechinaban y daban a algún posible 2º piso. Estuve allí sentada una hora aproximadamente (o eso me pareció a mi), y en todo momento no dejó de mirarme.
El principio de mi desesperación.
-Dime algo, por favor.- Y no dejaba de mirarme con la misma cara de inexpresividad.-¿Por que no hablas? Dime algo,¿ quién eres? ¿Qué tocas? ¿Dónde estamos?- No respondía y mi nerviosismo fue aumentando, por lo que comencé a dar voces-¡Maldita sea, deja de mirarme así y abre la maldita boca de una vez!
La melodía paró y el dejó de mirarme. Yo, de pie frente a él. Él mirando el piano ofuscado, y el piano marchitándose consecuentemente él había apartado sus manos de las teclas.
-¿Y bien? ¿No piensas dirigirme una sola palabra?
Se levantó brusca y rápidamente de la banqueta y vino hacia mi. Cuando le miré sentí miedo y la posibilidad de morir arañaba mis entrañas empujándome a salir corriendo, pero no tenia la mínima intención de hacerlo.
Me miró de mala forma, estaba enfadado conmigo.
-¿Qué pasa?
Me tapó la boca con fuerza haciendo que me chocase contra la pared y acto seguido me mando callar. Le empujé para quitármelo de encima.
-Esta situación empieza a hartarme.
Volvió a abrir la boca y gritó algo que no puede escuchar, pues los oídos me pitaron de nuevo con fuerza. Esta vez le tapé yo a él la boca.
¿Eso lo has hecho tú?
Volvió a mirarme enfadado, a él también le pitaban los oídos. ¿Por qué no podríamos escucharnos?
Me apartó el pelo de la cara y me lo recogió en la oreja, se sentó una vez mas y siguió tocando. El piano rejuveneció hasta el día de su estreno, él lo salvo de su senectud.
Me miró de nuevo, pero esta vez me invitó a sentarme. La música invadía la habitación, la misma música de antes, y tocaba sin partitura, por lo que seguía sin saber que era lo que estaba escuchando.
Miré las teclas, quise tocar. Acerqué las manos pero cuando hice sonar la primera tecla, desperté.

viernes, 2 de marzo de 2012

Sueño otoñal de una noche de verano (3)

Un árbol.
Un árbol blanco sobre un césped verde lleno de flores y algunas hojas secas. De una de sus ramas un columpio negro se movía con el aire, aunque allí no existía el aire. El césped se difuminaba con el blanco y la tierra quedaba limitada. Este lugar se encontraba suspendido en el espacio-tiempo. Alrededor de todo eso no había nada: vació. El eco de mis pasos retumbaba sobre el limite del vació ilimitado mientras caminaba hacia aquel pedazo de mundo. A medida que me fui acercando comencé a distinguir una silueta tras el árbol blanco, sin hojas, alto y alargado. Una silueta de un hombre que estaba de espaldas y vestía unos pantalones negros ajustados y una chaqueta marrón oscura desgastada. Me acerque lo suficiente como para hacer ruido pisando algunas hojas secas, sintiendo como sin moverse, con los brazos cruzados, abría levemente el ojo izquierdo y miraba hacia atrás de reojo. Me pare apenas  a un metro de su espalda y le mire sin mover un ápice de mi cuerpo. Bajo la pierna que apoyaba en el tronco, y mientras se metía las manos en los bolsillos se dio media vuelta.
Un gélido escalofrió me arañó la espina dorsal. Grises.
Otra vez aquellos ojos grises de mirada perversa y aquella media sonrisa.
Después, furia. Gritaba enfadado, y todo se tornó oscuro, turbio y ventoso, como si estuviera en medio de un tornado. Él gritaba y yo no escuchaba nada, los oídos me zumbaban y pitaban como una radio mal sintonizada.
Comencé a marearme y caí con fuerza al suelo sobre mis rodillas, agarrándome la cabeza a la vez que me tapaba los oídos. Acto seguido, él me cogió de la barbilla y me obligó a mirarle con brusquedad. Dejó de gritar y su rostro volvió a aquella frialdad inexpresiva que lo caracterizaba. Me apartó el pelo de los ojos agachándose para mirarme, y luego todo se volvió negro.
Desperté en mi cama, con la ropa puesta y empapada en sudor. La nariz me sangraba. Me levanté, pero las piernas me temblaban y los pies no soportaban mi peso, así que me limité a sentarme sobre el  colchón. Mire el reloj... había dormido 18horas... Volví a tumbarme sobre mi cama tapándome la nariz con los dedos. Me quedé dormida de nuevo...

domingo, 26 de febrero de 2012

Melocotón (en almíbar). Primera parte:




Abrí levemente los ojos, aun estaba cansado. Alargué el brazo para acariciarle el pelo como cada mañana, para acercarme y hundirme en su pecho oliéndola.
Como cada mañana alargué el brazo, pero, a diferencia de todos los días, hoy no estaba allí.. Abrí los ojos de golpe y la busqué en todas las partes de las sábanas, pero allí no había nadie, excepto yo.
Cogí unos calzoncillos que había al pie de la cama, me los puse y me levanté.
Me dirigí a la cocina pasando por la pequeña sala de estar de color naranja y miré el reloj de cuco sobre la televisión, eran las 10.15h de la mañana, “es imposible-pensé- que ya se haya levantado”.
No había nadie en la cocina tomando el desayuno. Sobre el cenicero estaban los restos de un cigarrillo apagado con prisas, en la mesa dos vasos todavía con whisky  y otro con restos de café con leche, los platos sucios en pila sobre el fregadero y mi móvil en  la encimera.
Fui hacia el baño, <<quizá esté en la ducha>>.
En el baño todo estaba en orden, la toalla sobre la mampara de la  ducha, el lavabo húmedo, el cesto de la ropa sucia vacío y un cepillo para el pelo encima de la mesa del lavabo.
Volví a la habitación indignado, << ¿a dónde habrá ido?>> me pregunté.
Aún estaba su ropa en el armario y sus zapatos tirados por el suelo. Un pintalabios en la mesilla, y un lápiz de ojos junto con colorete y rimel encima de la cómoda.
Sus llaves estaban en la entrada, recordaba haberlas visto cuando volvía de la cocina.
Cogí un cigarrillo del paquete que había en la mesilla de noche, quien sabe si era mío o suyo, no importaba lo mas mínimo, lo encendí con su mechero rojo, me senté en la cama y pensé en la noche anterior.
Después de tantos días queriéndola como nadie, después de tantas noches abrazado a ella, por fin me había dejado amarla.
Me había dejado amar su pálida y suave piel, su pelo rojizo, no sé muy bien si era rubio o castaño, pero tenia destellos rojos, sus ojos azules, sus pechos rosados, me había dejado amarla, por fin, como nadie lo había hecho nunca, se había entregado a mi y yo a ella, había amado cada célula de su suave cuerpo, cada pedazo de sus labios rojos y secos, había amado sus finas manos, y había jugado con sus largas y preciosas piernas.
Ahora lo sabía era perfecta e iba a estar conmigo, éramos de los dos.
Y entonces vi un papel en el marco del espejo de pared, al lado de una foto suya con otra chica, junto a una foto de carnet mía.
Lo cogí, era una carta, de ella. Una carta suya que decía:


“No me juzgues por ser quien soy, no me juzgues por lo de anoche, ni le grites a los cuatro vientos que yo era para ti, no grites que me amas, no blasfemes ni me odies, te advertí las consecuencias que traería enamorarse. Sabias que no podía sentir por ti, que conté que nací con el corazón congelado y que solo en algunas ocasiones del año parece calentarse, y que como cualquier iceberg flota a la deriva y no se aferra a tierra ninguna.
Nunca digas que te traicioné, ni me mentes de traidora, pues sabes bien que te amo, pero no como tu deseas,  eres consciente de que anoche te amé como tu deseabas y también de que no era mi deseo, te conté muchas cosas, fuimos uno, y por un instante supimos todo el uno del otro. No pienso caer en la monotonía, no pienso atraparme, amar no es encerrarte en una persona, amar es crecer y ser libre. Amar es muchas cosas pero no eso.
No me llames mentirosa, sabes que nunca te mentí, no digas que quieres morir, pues en la muerte no hay mas consuelo que el de los cobardes y el de los que no siente por el mundo, el consuelo de aquellos que no se atreven con la verdad.
No intentes olvidarme yo nunca te olvidaré, no llores, no me desees mas, solo quiéreme como anoche, sin remordimientos ni penas, con dulzura y libertad de acto, se feliz por lo que fue, por lo que vendrá, se feliz porque sabes que no  soy nada, no soy nadie, una ilusión que anoche se desvaneció aunque no lo sepas aún.

Anoche fui libre y hoy tengo que liberarme de esa libertad.
Perdóname.”

Respiré hondo tres veces antes de venirme abajo: una, dos, tres, ¡mierda!
Y ¿ya esta? ¿Eso es todo?
Mierda, lo sabía, ella y su libertad, pero ¿Cómo podía hacerme esto?
Sé… sabía, que es un alma pura, libre, es frágil y  es fuerte, es un muro impenetrable, dice que me ama, pero se aleja de mi,
Es salvaje y natural, no le da miedo nada, no quiere nada, es de hielo, pero sólo es fachada, sus ojos arden más que las llamas del inframundo, es como una selva tropical.
Y a veces, sí, a veces te pierdes en ella y en su exoticidad, en su aroma, y como en toda selva perderte en ella significa morir, hundirte en un charco de lodo.
Es un alma perdida, cree que como cualquier selva debe crecer a su antojo.
Ha sido una egoísta.
Me quedé colgado de una de esas trampas con lianas que se hacen en el suelo y luego te quedan colgado cabeza abajo, me quede colgado en ella, y luego me tragó, me asfixió una planta carnívora.
Mierda, no llores.
Miré a mi alrededor, todo esta igual que cada mañana, todo huele y se ve como ella, sus cosas están aquí no se ha llevado nada.
Pero, si yo, yo… anoche, fui ella, anoche fue mía, ¿por qué… ahora?
No podía ni pensar con claridad, acababa de ser enterrado en vida, la mujer que mas había amado nunca, la única de la que me había enamorado, se ha marchado porque… ¿Por qué me quiere? ¿Por qué se quiere?
Se ha marchado y no va a volver.

Que gris se ve la cama ahora, cuando esta mañana parecía hecha de colores vivos, que triste el armario lleno de su ropa, que triste el aroma de mi habitación…

Que triste nuestra relación…






Sueño otoñal de una noche de verano (2)

Me mecía entre sus brazos (en el columpio), lentamente. El sol brillaba en lo alto y el aire olía a primavera anticipada. Sentía un alboroto en mi interior a pesar de la apacigüidad que mostraba mi rostro.
Estaba feliz. Sentía inseguridad, miedo, y la posibilidad de morir se tambaleaba conmigo de un lado a otro del columpio, pero no importaba en absoluto siempre que fuera entre sus brazos.
El aire espeso y su gélido aliento rozaban mi nuca, y mi cuerpo quería correr, salir huyendo, por supuesto, yo no pensaba permitírselo.
Su pelo despeinado apenas se movía con el viento (lo que hacia que se me erizara la piel) y sus ojos no mostraban sentimiento alguno. Frío como el hielo me miraba de reojo, ¿quién era y qué hacíamos allí?
No era la primera vez  que veía a aquel medio demonio en sueños.
Incliné la espalda hacia su pecho cerrando los ojos, entonces, sus labios se movieron lentamente, articulando algún leve sonido que buscaba rozar mi oído, de una forma inocente y sutil que no pensé ver nunca en él, pero antes de que lo encontrará, desperté.

viernes, 24 de febrero de 2012

Sueño otoñal de una noche de verano

Mientras, bailaba la cuerda floja sobre el hilo de una telaraña suspendida entre el alfeizar y la rama.
Mira cómo baila y se tambalea y se suspende, apareciendo y desapareciendo como el sol de diciembre.
Allá va, siendo reflejado con tenues destellos que lo asemejan con un acróbata de cristal.
Me ha mirado de reojo y me ha sonreído. Ahora frente a mi, suspendido en el vacío de su mente, con un gesto de malévola benevolencia, adelantando su rostro e inclinando la barbilla hacia el infinito que amenazaban sus pies, ha colocando los brazos en cruz, mirándome fijamente, brillando con el sol del sur, y como una hoja que planea por el aire otoñal, ha desaparecido, como una chispa leve saltando de una hoguera. Ha desaparecido, solo un segundo después de llamarme con la infinita maldad que desprenden sus indescriptibles ojos.