lunes, 10 de junio de 2013

Que os den.

Habláis de lo que no sabéis.
Escribís lo que no entendéis.
Soñáis con aquello por lo que no lucháis porque no tenéis cojones suficientes para pensar que podéis romper con lo establecido. Es todo mucho mas cómodo si vemos el mundo tal como nos han enseñado, dentro de un molde, con sus reglas, sus curvas y sus rectas, pero si hubiéramos creído que la tierra era plana el hombre no habría pisado la luna, si hubiéramos creído que no podíamos volar, aquí estaríamos aún, sin poder atisbar los rayos de sol solo un poco mas cerca. Si todos a los que llamáis locos creyesen en lo que afirmáis y no tuviesen la valentía de ignoraros, aún hoy, seriamos la mierda cantante y danzante de hace unos pocos siglos. Aunque hoy en día también somos mierda, pero un poco perfumada; pues no tenéis la valentía que le hace falta al mundo, no tenéis valentía para romper con todo. Si tan solo dejaseis de creer lo que os han enseñado y aprendieseis a ver las cosas desde otro lado, tal vez y solo tal vez, el hombre vería hecho un concepto de evolución. Creéis en valores y normas morales que otros han decidido como correctas, creéis que las relaciones humanas se recortan en odio, indiferencia, cariño o amor, pensáis que después del día viene la noche y que en la noche hay que cerrar los ojos y soñar con aquello que nunca alcanzareis porque os han dicho que las cosas son como son y no se pueden cambiar.
A mi no me jodáis, no me metáis en vuestro saco. Si sois unos cobardes es problema vuestro. Yo solo callo, observo y aprendo, es lo que he decidido, y lo único que he aprendido es que la evolución del ser humano no es mas que el arte de la vagueza, pues solo sabemos inventar para hacerlo todo mas fácil; solo sabéis ser unos conformistas de lo establecido porque así todo es mas fácil; si sabes las reglas, solo has de seguirlas, establecer tu rutina entre la misma de tantos y no preocuparte en pensar. Odio vuestro conformismo de mente cuadrada y os odio a vosotros. Habláis de lo que no sabéis, porque es lo que os han dicho, escribir aquellas frases que no entendéis, porque parecen inteligentes, y si las entendéis, os convertís en unos hipócritas. Odio la hipocresía. Si solo en algo estoy de acuerdo es que se predica con el ejemplo, que cuanto mas difícil es algo mejor es la recompensa, y que nada es imposible si lo persigues a ciegas.
No pienso atarme en la misma jaula que vosotros.
No voy a criticar aquello que no he vivido, no voy a juzgar porque todos tenemos motivos, no voy a creer en lo establecido. No todo es como vosotros lo percibís, cada ser viviente de este mundo percibe las cosas de manera distinta.
Prefiero ser ignorante con vuestros cometidos que una ignorante de la vida como cualquiera de vosotros. No  todo es blanco, negro o gris, o arco-iris, a veces hay transparencias, a veces solo esta el viento, o la luz. A veces no todo es suave o áspero, a veces puede ser calor o frío.

Os miro, y lo único que veo es una manada de idiotas. Idiotas que solo piensan en ropa, en coches, en dinero, en ser más que otros, en si mismos, idiotas pegados al televisor, idiotas crédulos, idiotas que no valoran el verde, idiotas que no valoran la no contaminación. Os observo y veo conformismo, os veo condenados a ser lo que se supone que debéis ser.

Y no, a mi no me metáis en ese saco.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Tú eres mi droga favorita.

Nos vimos reflejados en la autodestrucción de dos yonkis enamorados de una película. Nos veíamos borrachos y perdidos en el futuro pero, siempre juntos. He incluso imaginarme a mí en tal estado de decadencia y demencia me pareció lo más bello del mundo porque estaría a mi lado. Porque aún locos y perdidos estaría agarrándome fuerte. Porque moriríamos juntos e igual.
Deseaba llegar a ese estado de locura. El mundo no existía, el tiempo no existía, no había hambre, sueño o  cansancio, no tendríamos valores ni tendríamos que pedirle cuentas al futuro. No conoceríamos ni cielo o infierno; éramos los dueños de un paraíso pecaminoso.
Solo los dos muriendo de locura en nuestro propio mundo.
Nos mataríamos, seríamos caóticos, y nuestro caótico destino era maravilloso. 

Estábamos condenados. 
Condenados el uno al otro. 


viernes, 5 de abril de 2013

¡Buenos días Nueva York!


¡Buenos días! me dice la radio, mueren dos obreros por aplastamiento, aparecen fosas con mil esqueletos, setecientos muertos en el Kurdistán.
Cambio de gobierno en alguna parte del mundo, mueren activistas en enfrentamiento, se dispara el sida en África Central.
Una gran sequía provocando el hambre, la primera dama inaugura un centro, los jueces se hartan de trapichear.
¡Qué buenos son estos días en que nunca pasa nada, lo que se me olvida lo cuento mañana!
Apago la radio el sol me calienta, me enciendo un cigarro y aparco en la nada. 

("Por los hijos lo que sea" de Evaristo.)

Lady princesa fuma porros...


Me sumo en mis temores, absorta del mundo con mis vicios, es lo único que pido.
Es una necesidad vitalicia, fuma, bebe, baila, folla, disfruta.
Soy una pequeña alma perdida en lo mas profundo del mundo.
-Hola, ¿ querías algo?
-No, perdona.
-¿Seguro? - Me preguntó con esa voz tan atrayente, tan sensual...-Yo puedo hacer que te olvides de tus problemas, puedo hacer que sientas el mejor placer disfrutado por el hombre, mas incluso que un orgasmo. Vamos pequeña, se que quieres, a partir de ahora no te sentirás sola.
Sí, es lo único que necesito, sentir ese precioso éxtasis de endorfinas en mi pequeño y frajil cuerpo.
Me llevó al meridiano de Greenwich y nos sentamos a dar caladas, me miraba con aquella media sonrisa. Me tumbe sobre una nebulosa de color naranja y me perdí en aquel vacío.
-Oye, ¿dónde cae la Tierra?
-¿La Tierra? Aquí no hay de eso, princesa.

Símbolo efímero de una realidad completa.


La soledad no siempre viene sola, en ocasiones, incluso en la mayoría de ellas la gente que mas sola se siente es la que vive en multitudes, sí, esas personas que van andando entre un numero incontable de personas, con la cabeza gacha, mirados por grandes edificios de importantes ciudades. Dicen que las multitudes son un estorbo, y que si quieres sentarte ahí tienes el suelo.
Últimamente siento como si algo se me olvidase o me faltase, como si de repente pusiera atención en algún punto de mi y me percatase de que ahí falta algo, es parecido a cuando te haces una herida, como si se te cayese un pedazo de uña, no te das cuenta de ello hasta que lo ves, no sabes cómo, dónde o cuándo te la has roto, pero una vez que te das cuenta, molesta.
He perdido una piezza de mi pequeño puzzle de 50 piezas : simple, sin complicaciones pequeño... necesita pocos de esa especie de cuadraditos que encajan entre sí para estar completo, pero, sin embargo, no consigo encontrar una de esas piezas, concretamente esa de la esquina, la que parece que no tiene importancia hasta que el rompecabezas está casi completo. Ves toda la imagen que proyecta, esa pieza no tiene mucha importancia, pero siempre jode que no este ahí.
Debí romper algo en la caja, lo que hizo que se perdiera por algún lado, o quizá me la mandaron defectuosa; resulta ridículo el simple hecho de pensar en reclamar, ¿no es cierto?
De hecho no es que nunca halla estado, sé que una vez mi puzzle estuvo completo, pero lo mas probable es que se haya caído cuando orgullosa e ido a colgarlo en el pensamiento mas consciente y privado de mi, para disfrutar discretamente de mi trabajo, o puede que alguien, dichoso él, lo haya tocado sin preguntar y halla tirado ese pedacito de uña al suelo.
Puede que me hayan robado la pieza que a ellos les falta para completar el suyo.
El corazón me late deprisa, trato de adivinar donde y cuando me he roto la uña, pero no hay manera, lo que quiera que sea que me haya golpeado a sido muy sigiloso y suave, y me lo a quitado, eso, que es mio y me pertenece, que necesito.
Me lo devolverá el tiempo, o una sonrisa fugaz, un gesto indiscreto, o puede que una caricia efímera que discretamente ocupe el hueco que me falta.
Voy por las calles buscando ese signo de felicidad efímera que inconscientemente me completará, pero perdí la capacidad de percepción y desde entonces sólo fumo inspiración.

Rock and Roll, nena.

Pasión, poesía y rabia.
Sonidos rotundos, agresivos, frases claras llenas de verdad interpretadas por artistas y poetas, hechas de dolor, de irónica, para denunciar la hipocresía, para denunciar la libertad, para mostrar el amor, desvelar el corazón, gritar hasta quedarte sin voz, aquello que es injusto sacando la fiera que llevas dentro, saltando todo lo alto que puedas, mas, mas alto, hasta que roces el cielo, mas, mucho mas, hasta que las estrellas se te queden pequeñas, hasta que puedas apartar la mierda del mundo con un simple soplido.
Rimas pasmantes, juegos de palabras, preguntas trampa, recursos estilísticos, canciones con firma de autor, sin pleiva, en vivo, en directo, escritas hasta que sangran los dedos, cantadas hasta romperte las cuerdas vocales, con pasión , con amor.
Baila, salta, suda, despeinate, quítate la camiseta, bebe un trago y vuelve al rin amigo, esto el Rock and Roll, una pasión, una revuelta, la voz del pueblo, un grito de ayuda, una boca que se enorgullece de contar hechos, verdades ocultas, de desnudar su alma, de decir lo que piensa, de poner su corazón en cada palabra.
Sí esto es Rock and Roll y todas sus variantes...
Esto es Rock and Roll una forma de vida.

Las casillas de mi vida


Enamorarse de un diamante y del aire que respiras no es lo mismo, ni siquiera parecido. Lo que quiero decir es, que a veces nos enamoramos de esa persona que nos llama tanto la atención, esa que es preciosa y hermosa, exótica, diferente, la vemos realizada por encima de cualquier otra, casi irrompible, cristalina, brillante, en definitiva, una joya de valor incalculable.
La deseamos y nos cegamos ante su brillos impecables.
Hasta que te terminas dando cuenta de que eso no es lo que necesitas, que eso solo es una ilusión, que de verdad no te llena, es decir, sí, un diamante es precioso y todo eso, pero una vez que lo tienes, ¿qué pasa? Lo ves y te maravillas, ¿y después? ¿Qué crea en ti? ¿Qué supone para ti tenerlo? ¿Te ayuda en algo? ¿De verdad te hace más feliz?
Cuando te enamoras del aire que respiras, te enamoras de aquello que a estado ahí siempre, dándote aire, dándote vida, pero que ni siquiera te habías fijado antes, ahora sí te das cuenta de cuantísimo te hace falta que siga estando ahí, de lo que supone en tu vida, y de lo hermoso que verdaderamente es.
Piénsalo, mira a tu alrededor, los arboles, las plantas, el cielo, la brisa, el vuelo de los pájaros, tu respiración, tu propia vida, todo eso es gracias al aire que respiras. No se ve, pero se siente.
Y verdaderamente el aire es mucho mas importante para ti y muchísimo mas necesario que un simple diamante. Ese aire te a salvado de ahogarte tantas veces...
Eso si que tiene un valor incalculable.
Por eso es mucho mas bonito que te digan que te quieren o que eres como el aires que respiras de alguien que te digan que eres tan valioso como un diamante, porque para mí, un diamante no es ni la mitad de necesario ni tan bonito como la vida.

martes, 5 de marzo de 2013

Los chicos del maíz.

(Este texto no es mío. Es un fragmentito sacado de "Los chicos del maíz". A mi me encanta.)

Año 2050. Algún remoto lugar del Hemisferio Norte.
-Abuelo, he estado buscando en el baúl de los recuerdos y he encontrado muchas fotos antiguas. Mira ésta, no lo entiendo. ¿Qué hacía tanta gente en la calle? Se les ve enfadados. ¿No había toque de queda?
- Ah… estoy cansado… Martita, se llamaban huelgas.
- ¿Huelgas? ¿Qué es eso abuelo?
- No lo recuerdo con claridad… era cuando los trabajadores dejaban de trabajar.
- ¿Dejaban de trabajar? ¿Por qué razón? Hoy casi nadie tiene trabajo, recuerda que tuve que acostarme con el administrador para conseguir el puesto en la fábrica.
- Calla Martita calla… estoy cansado… Las huelgas era cuando los trabajadores dejaban de trabajar para presionar a la empresa y conseguir mejoras laborales y salariales. Lo que ves en la foto es una manifestación. Se juntaban todos a protestar para ser escuchados, unidos.
- ¿Y conseguían sus propósitos?
- A veces Marta, a veces. Pero a finales del siglo XX llegó la Precariedad, ese virus mortal que se extendió por todo occidente devastando la calidad de vida de los ciudadanos. Uno a uno, los llamados estados europeos del bienestar se fueron derrumbando como un castillo de naipes. El Capital, en una maniobra de astucia sin precedentes creó la Temporalidad, la herramienta ideal para evitar que surgieran vínculos entre los trabajadores y así, eliminar la tradicional solidaridad entre compañeros. Nadie daba la cara por nadie, era el sálvese quien pueda. El retroceso fue constante y sin pausas. Fíjate que en los años 70, si un trabajador era despedido, todos los compañeros de la fábrica se ponían en huelga para solidarizarse e intentar así que fuera readmitido, no sólo sus compañeros, a veces todo el polígono industrial se ponía en huelga y trabajadores de otras fábricas cercanas también hacían paros, pero un mal hombre llamado Carrillo nos vendió a todos.
- ¿Carrillo?
- Sí, una de las vacas sagradas de la llamada transición democrática, cuando murió le hicieron una serie en Antena 3 igual que al Rey y a Suárez, hundió al partido. Da igual déjalo…En aquellos años los asalariados eran amigos, ten en cuenta que la mayoría llevaban 10 ó 15 años trabajando codo con codo, eran casi como una familia, hasta se llamaban hermano entre ellos. Llegaron los 80 y la temporalidad resolvió el problema. ¿Cómo vas a solidarizarte con alguien que apenas conoces? ¿Vas a poner tu puesto en juego por alguien que lleva unos meses? ¿Vas a hacer peligrar tu pan por un perfecto desconocido en una empresa en la que sabes que cuando se te acabe el contrato vas a la calle? Obviamente No. El pan se lo juega uno por un hermano, no por un desconocido. Llegaron los 90 y el trabajador se convirtió en Individuo; aislado, competitivo, corporativo. La solidaridad quedó relegada a televisados maratones navideños donde los millonarios, directivos de prósperas empresas como El Corte Inglés o Telefónica, hacían donativos para los niños pobres para de esta forma, humanizar el corazón de los poderosos. Así sustituyeron la Solidaridad por la Caridad que puede parecer lo mismo pero están mortalmente enfrentadas. La caridad es dar lo que te sobra, la solidaridad es dar todo lo que tienes.
Te pondré un ejemplo Marta, tu bisabuela, es decir mi mamá, era auxiliar de clínica y trabajó un tiempo en una residencia de ancianos propiedad de unas monjitas. Muchos empresarios para lavar su conciencia, regalaban a la iglesia ingentes cantidades de productos, sobre todo alimentos. No es que las monjas fueran pobres ni mucho menos, pertenecían a la empresa con más beneficios del mundo. Cada mes, llegaban al convento-residencia cajas y más cajas de comida; arroz, chocolate, leche, pan, pasta… incluso vino y whisky. Las monjitas daban buena cuenta de todo, mi mamá decía que así estaban todas de hermosas, no olvides Marta que la obesidad es una enfermedad capitalista, como el estrés o la depresión. Pues bien, cuando los productos que las religiosas no habían podido devorar habían caducado o estaban apunto de hacerlo, se ofrecían a los pobres, los regalaban a la beneficencia o a servicios sociales para familias sin recursos. Eso es caridad Marta, dar lo que te sobra cuando has cubierto más que holgadamente tus necesidades. Bueno en este caso, en estas monjitas en particular, más que caridad era una vileza propia de miserables pero creo que sirve de ejemplo. Cuando un trabajador se pone en huelga para evitar el despido de otros compañeros, ofrece su salario, en consecuencia su pan y el de su familia, todo lo que tiene. Eso se llama solidaridad. Pero de eso hace mucho tiempo… Lo peor vino después, cuando se acabó el petróleo. La bolsa se vino abajo y la banca saltó por los aires, perdí mi plan de pensiones.
- ¿El petróleo lo dominaba todo abuelo?
- Todo Marta, absolutamente todo. Hasta organizaban guerras para hacerse con él. Piénsalo por un momento, qué estupidez tan enorme, matar por un producto, además perecedero.
- Mira esta foto, qué guapo y qué joven sales. ¿La abuela nunca iba a las manifestaciones?
- Ah…. la abuela… estoy cansado Marta, muy cansado. No, la abuela no venía a las manifestaciones, pensaba como muchos otros que aquello del cambio climático era la paranoia desmesurada de cuatro melenudos que fumaban porros y a los que desgraciadamente el tiempo les dio la razón. La abuela sólo se centró en su carrera profesional y política, llegó a alcaldesa ¿sabías? Fue poco antes del descongelamiento total de los polos y la pérdida de todos los ecosistemas.
- ¿Qué son porros abuelo?
- Era una planta que fumaban algunos para parecer y creerse más de izquierdas Martita.
- ¿Izquierdas abuelo?
- Da igual, déjalo.
- ¿Abuelo es cierto que cantabas en un grupo?
- Durante un tiempo Marta… Pasión de Talibanes nunca llegó a publicarse, no me apetece hablar de ello. A Toni lo condenó Marlaska a 15 años, no por las letras sino por acostarse con una groupie despampanante que luego resultó que tenía 16 años y no los 25 que perjuraba con la mano sobre un volumen de EL Capital, estaba muy desarrollada para su edad…
- Háblame de los hombres oscuros que llegaron del Sur. ¿Es cierto que por su culpa estalló la gran guerra que devastó dos tercios de la humanidad? Papá dice que la culpa de todo la tuvieron los hombres oscuros del Sur.
- Ah… ese hijo mío… miembro del cuerpo estatal de moralidad y ética… tu abuela lo malcrió… No Marta, los hombres oscuros no tuvieron la culpa, la culpa fue nuestra que los matábamos de hambre y enfermedad. Llegó un punto en que la cosa fue insostenible, llegaban por tierra, por mar y aire, primero miles, luego millones. Poco después de que España ganara su tercer mundial de fútbol de forma consecutiva, el planeta entero estalló. Por supuesto, los blancos ricos del norte, dueños de los más poderosos medios de comunicación, organizaron una campaña culpando a los hombres oscuros del Sur, entonces comenzó la cacería del extranjero. Se blindaron las fronteras con gigantescos muros llenos de alambre y espino, ametralladoras y francotiradores pero pasaron por alto que en el corazón de Occidente ya había muchos hombres oscuros del Sur instalados.
- ¿Es cierto que hubo un tiempo en que nosotros convivíamos en paz con los hombres oscuros del Sur? ¿Y que habitaban nuestras ciudades y acudían a nuestras escuelas?
- Verás Marta, en aquella época el ciudadano occidental tenía un miedo terrible al trabajo duro, al esfuerzo físico, al sol… Entonces algunos hombres oscuros del Sur vinieron a desempeñar los trabajos que nosotros rechazábamos. Las grandes potencias económicas se forjaron así, con el trabajo casi esclavo de los extranjeros, Estados Unidos, Francia, Alemania… Muchos españoles fueron a trabajar a Alemania a realizar los trabajos más pesados y denigrantes. El país germano se convirtió en la mayor potencia económica europea gracias a la mano de obra barata de españoles, yugoslavos, turcos…
- ¿Quienes eran los españoles abuelo? ¿Hombres oscuros del Sur?
- No exactamente Marta. Los españoles… ay… nunca se pusieron de acuerdo. Zapatero legalizó el aborto, la eutanasia y concedió el estatus a Cataluña de estado libre asociado. Entonces unos militares malos encabezados por un periodista de la COPE y financiados por la CIA, se levantaron en armas, Valencia se convirtió en la sede y capital de los golpistas. Ah… los españoles… Antes de la Gran Guerra contra los hombres oscuros del Sur, había algunos que protestaban por la masiva presencia de extranjeros, argumentaban que había mucha delincuencia y que vivían tres familias en un piso. Olvidaban que sus compatriotas también fueron extranjeros en Alemania, ocupando trabajos de mierda y no viviendo en pisos varias familias, sino en barracones de obra prefabricados con el resto de trabajadores extranjeros de la fábrica con los que compartían habitación, aseo y comedor, hacinados como reses. Esto el abuelo lo sabe porque tenía una tía que se vio forzada a emigrar a Alemania cuando aquí no había trabajo por culpa de un señor bajito con bigote. Los españoles aunque eran europeos, fueron vistos en Alemania casi como hombres oscuros del Sur.
- El tiempo de la visita ha terminado señorita.
- Abuelo, tengo que irme. ¿Cuándo saldrás de aquí?
- Pronto Marta… pronto.
- Le repito que el tiempo de la visita ha concluido señorita, haga el favor de acompañarme.
-Abuelo ¿Tú no eres un terrorista verdad? Fue todo un error. Tú nunca estuviste en posesión de esos libros prohibidos. Tú nunca hubieras hecho saltar por los aires el ministerio de información… ¿verdad abuelo?
-Estoy cansado Marta… muy cansado…

viernes, 1 de marzo de 2013

Inspiración

Lo malo de las improvisaciones es que no puedes realizarlas de nuevo tal cual surgieron. Son creaciones esporádicas que pierden belleza e identidad en todas sus segundas partes.
El estallido de na idea rompiendo como un meteoro.
Todas sus representaciones se manifiestan más débiles o faltas de pasión, ya que, recordar lo que una vez dijiste te hace parar a pensar, y al pensar formzamos la creatividad y si la creatividad  se fuerza, muere.
Todas las improvisaciones se quedan en el aire, ocultando sensaciones a la memoria, o quedando sentimientos como un esbozo borroso.

Las personas no suelen dar importancia a estas inspiraciones espontáneas, pero en el estallido, en la explosión de momento se oculta la verdadera esencia de la obra. Cada improvisación, cada idea efímera es la clave. La llave de cada uno de tus profundos pensamientos.
Una buena improvisación te llama a profundizar en el tema señalado. Te muestra cosas que no sabias que luego se convierten en sensaciones demasiado familiares, y aún después no puedes retratar con la misma belleza ingeniosa y seductora. Se quedan ahí medio sin terminar, como ángles dormidos. Como un río seco lleno de ideas y recuerdos de puentes viejos.

Valora lo espontáneo.
Sé espontáneo y serás arte.



Es curioso que cuando no se piensan las cosas pongas de manifiesto tus más profundos pensamientos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Melocotón en almíbar. (Parte 8)

Aquella tarde fuimos a tomar un café y terminamos follando en su coche.
Sonia, aquella encantadora, simpática, y dulce muchacha de ojos oscuros y pelo castaño claro. Me gustaba, me había dado confianza para contarle mis cosas, me había curado las heridas con melcromina y besos, y también con discursos sinceros. Cuántas veces había aguantado aquella niña de 20 años mis historias y mis estupideces sobre la pequeña Olga. Cuántas me había ayudado, y cuantas veces habría hecho que por un tiempo me olvidará de ella. Yo lo intentaba, estaba a gusto con ella, pero seamos sinceros, Olga era mucha Olga, y en el fondo siempre iba a estar ahí.

Ese día fuimos a tomar café y terminamos sudando en su coche.
Y ya no hay más.
No hay más por mi parte. Ella me quería, era cariñosa, risueña, y me cuidaba. Me llamaba, estaba pendiente con sus cariños. Se había rayado muchas veces, pero para mi, no podría ser mas, simplemente no podría quererla mas, había llegado a mi limite con Sonia, solamente la tenia cariño y le estaba agradecido, y por agradecimiento no quería hacerle daño, y la cuidaba también en ciertos aspectos, pero tampoco la mentí nunca.

-Fer, ¿qué tal con Sonia?
-Con Sonia bien, como siempre… ¿por qué?
-Por nada, curiosidad hermano, me cae bien, me gusta para ti.
¿Este sábado vas a salir?
-Supongo. Hay fiesta, ¿no?
-Sí. Hacen fiesta por no sé qué en el London.
-¿Entrada?
-Claro. Pero son solo 5 pavos con consumición, por lo visto va a estar bastante bien.
-Sí, eso me han dicho.
-Oye pásate eso, que te lo pinchas.
-Pero si me lo acabo de encender…
-¡Eso ya huele a uña pedazo de rata, va por menos de la mitad!
-¡Qué va! Lo que pasa es que era flautero. Además tú te estas bebiendo mi litro, no te quejes.
-Baaah, eres un mierdas.


Le pasé el porro a Edu, y me fui a la tienda a por una bolsa de pipas. Iba pensando que a la fiesta del London iba a ir con Sonia, y tenia bastantes ganas de esa fiesta, aunque me apetecía mas ir solo con mis amigos, aun a veces, a pesar de que había pasado mucho tiempo, me apetecía estar solo. Pero bueno, no había mas opciones. Mis amigos eran sus amigos. Así que tocaba apechugar. Por lo menos ella no era una persona agobiante... normalmente.
¿Cuánto más iba a alargar esta mentira? No podía “dejarla”, me sentiría fatal conmigo mismo por mandar al carajo a la única persona que a logrado distraerme de Olga en todo este tiempo. Pero sabía que cuanto más la hiciera subir, más le dolería la caída. ¿Cuánto tiempo más?

Melocotón en almíbar. (Parte 7)

Después lo volví a ver, solo una vez, nos encontramos por ahí y fuimos a tomar algo, me estuvo contando cosas, muchas cosas.
Me contó que tenía curro nuevo, y que había comprado unos discos nuevos, que el fin de semana anterior había estado de fiesta, y que en media hora había quedado con una chica:
-Estuvo muy bien, tía. Se petó de gente.
-Me alegro, si lo llego a saber me acerco. Aunque no sé si estas habrían querido ir.
Bueno, y qué más te cuentas, ¿a dónde ibas ahora?
-Ahora, bueno… a dar una vuelta- lo dijo algo seco, de una forma rara, pensándoselo. Sonreí para mí.
-¿A dar una vuelta? ¿Tú solo, no?
-No,-dijo de la misma manera- claro que no voy solo. He quedado con una amiga…
Me reí con ternura:
-¿Con una chica? ¿Tienes algo con ella, eh?
-Bueno, algo, pero bah, no sé paso de rollos serios, es salailla, pero tampoco te creas que me gusta mucho.
-Ya, claro... ¿Y dónde vas a ir?
-Pues no sé, supongo que con sus amigas a dar una vuelta. –A dar una vuelta con sus amigas, en la vida a querido acercarse a las mías, que irónico… pensé, en el fondo me hacia gracia y por otra parte me daba algo de rabia.
-Entonces tienes algo serio...
-Que va, si ella se va ahora.
-¿Y? No tiene nada que ver.
-No, en serio, paso. Además, que no sé. Es guapa, y simpática, pero no me llama la atención de forma exagerada, estoy agusto y ya está. Además, no podría tener nada serio con ella…
-Lo que tu digas- me burlé de él- A mi me parece que hay algo mas. Oye, ¿me acompañas a por tabaco al estanco?
-Claro.
Me levanté de la silla de plástico vieja de terraza de bar, cogí el bolso y me dirigí al estanco. Él venia a mi lado, mirándome de reojo, con un atisbo de felicidad en el rostro, y yo con cara seria, preocupada. Sí, preocupada, por mucho que me joda reconocerlo, estaba preocupada. Llevaba enrollándose con una chica, que le molaría de antes, no sé cuánto tiempo, y encima se iba con ella y sus amigas a tomar algo, y a saber qué más cosas haría, sin yo saberlo. Le diría chorraditas al oído y se la comería, y ella se enchocharía, y se lo querría llevar para ella para siempre, para que ninguna otra mujer lo mirase, y sonreiría, sonreiría siempre. Y él, que siempre me había dicho que me quería tanto, y yo sé que me quería, pero empiezo a dudar de cuánto.
Él no es como yo, yo podría hacer eso amando con locura a cualquier persona, pero él, mucho tendría que gustarle, mucho se tendría que haber olvidado de mi. Ni si quiera me había dado señales de vida en un mes, únicamente las daba yo... a él. Nunca había sido capaz de salir por ahí conmigo, y me daba la impresión que por ella estaría haciendo mas cosas en estos momentos. Es horrible pensar en abandonar a alguien para que todo vaya mejor y que todo se vaya a la mierda, aunque todo esto ya estaba previsto de antemano. Te vas para que los dos podamos ser felices, para que él no me condicione, para que me comprenda y confíe en mi como yo lo hacia en él.
Fer no sé da cuenta, que lo único que quería era que echase a volar del nido, y él se ha visto como un poyuelo abandonado y se a buscado a otra que no le obligue a hacer ese tipo de cosas que dan miedo, a superar todo eso por lo que nos aferramos todos al mismo modelo de relación de pareja. Es muy fácil sentir celos, o sentir inseguridad, o desconfiar, y hacer locuras y ser egoísta. Pero no es fácil cuando saltas de un precipicio esperando superar todo eso, esperando hacer un salto perfecto y caer de pie como los gatos, o esperar que esté debajo para cogerte. Es muy difícil conseguir el valor y echarle cojones para superar todo aquello que condiciona a las personas, y sí, a veces da miedo, y decides ser como los demás y hacer las cosas más fáciles porque esos tipos de valores ya te los sabes de antemano. No hay nada nuevo que aprender, yo salté y él se aferró al calor del nido, a la seguridad de la rama; a que ya allí no le sorprendería nada.

Entonces me miró y me dio un beso en la mejilla, de una forma extraña, solo noté mucho, mucho cariño y mucho amor, y me hizo sonreír y me hizo pensar aquello de que a lo mejor algún día se atreva a saltar desde el precipicio.
Me dio un beso en la mejilla, como se le da a una niña pequeña o a una hermana, y me subió la bilirrubina. Y entonces lo miré y lo volví a ver: la sonrisa y el brillo en los ojos marrones de Fer, y la sensación de añoranza y como se me humedecían los ojos, y mi boca en forma de luna apuntando al techo. Y suspiré; aquello del “ains” escapándose despacio de mis labios casi como las aguas lentas cayendo al vacío.

Y entré en el estanco. Fer me esperó en la puerta, y mientras yo compraba un paquete de cigarrillos a él le llamaban por teléfono, sólo acerté a oír que era una tal Sonia, así que supongo que sería la chica esa de la que me había estado hablando.
Salí del estanco y lo miré sonriente.
-¿Te vas ya?
-Sí, mas o menos, ¿tú qué vas a hacer?
-Yo iré a casa, hoy no hay mucho que hacer, es miércoles.
-Bueno pues, te acompaño un poco, si quieres.
Eso significaba que le apetecía estar conmigo, si había quedado con esa chica a una hora y ya le había llamado era por algo y si se quedaba más tiempo, aun tardaría más.
Sonreí.
-Claro, además, a saber cuándo vuelvo a verte…
-Pronto, un día de estos te llamo.
-A ver si es verdad. ¿Te echas un piti conmigo?
-Vale, pero me tengo que ir pronto, eh.
-Lo sé, lo sé.
Nos sentamos, en un banco enfrente de la puerta de casa, y nos pusimos a hablar de chorradas, solo por no dejarnos de hablar, para disfrutarnos un poco. Conversaciones banales y tontas, entonces le dieron un toque al móvil. Sí, debía de llegar un poco tarde.
-Bueno, me tengo que ir Olga.
-Pues nada, que te lo pases bien. Llámame un día de estos.
Se levantó y se puso delante de mí.
-Dame un abrazo, anda.
Y me sentí, feliz, llevaba tanto tiempo pensado que necesitaba un abrazo suyo, tanto rato durante la tarde, pensado en darle un abrazo. No quise decirle nada, me sentía extraña.
Me levanté y le abracé, hondo, muy hondo contra mi pecho, y apoyé la cabeza en su hombro, incluso le olí un poco, y no, no olía como solía oler, o puede que sí y ya no lo recuerdo bien. Me besó varias veces la mejilla, y tardo en soltarse, y yo a él. No quería hacerlo, quería quedarme así una o dos horas…
-Bueno Olguita, me voy, estúpida. –Decía sonriendo, esperando que le dijese mas cosas, porque no se iba, no se decidía del todo a darse media vuelta...
-Estúpido tú, ale, pásalo bien ya me contarás cosas otro día.
-Sí, venga pequeña chinche, que te lo pases bien tú también.
-Sí, ya claro, adiós.
Y ya comenzó a caminar hacia atrás y se dio la vuelta y de espaldas volvió a decir algo ladeando un poco la cabeza hacia atrás, dijo cualquier chorrada que no escuché a lo que le respondí con otra, que a lo mejor ni tendría sentido y se fue feliz. Como cuando se iba al principio de todo, como cuando le costaba irse, y no darme otro beso. Y me salio una lagrima cuando abría la puerta de casa y lloré la segunda cuando habría la de arriba, la de las escaleras.
Y no le volví a ver, hasta mucho después.
Y mientras Alex me empezaba a querer como lo había hecho Fer o como yo por lo menos lo quise a él, y Alex no me mentía, y confiaba en muchas cosas y daba ese salto, y lo hacía con gracia, con seguridad y agilidad como un gato, y mientras saltaba notaba como depositaba toda su confianza en mi para que lo agarrase cuando llegase abajo.
Yo lo quería también, mucho, pero hay muchas formas de querer, y estaba echa un lío con todo, y solo me quedaba una cosa a la que aferrarme, a su libertad, a mi libertad, es decir, a la de los tres, no pensaba echarles nunca nada en cara, ni enfadarme por nada, ni celos, ni rayadas, lo superaría todo, me sentiría mejor conmigo misma, sabría que haría las cosas bien, así. Porque si que me gustaba Alex, de veras, aunque vivíamos sin saber nada de qué clase de relación llevábamos, no teníamos ninguna etiqueta ni como amigos, ni como royo, ni como amantes, ni como nada, solo nos disponíamos a hablar cuando nos apetecía, a contarnos cualquier cosa, y nos contábamos todo, a besarnos cuando nos apetecía y a dormir juntos cuando podíamos. Disfrutábamos mucho el uno del otro.
Alex…
Nunca entenderé, por qué narices me compliqué tanto y no me fui antes con Alex, si era perfecto para mí. Bueno y supongo que siempre lo será y era tan tierno y cariñoso, y a la vez tan independiente, y simpático y divertido y era tan guapo, y tan bueno, le había echado valor, Alex, sí que había saltado, o por lo menos quería hacerlo, no sé muy bien, si ahí saltó esperado que yo estuviese abajo, o me espero al borde del precipicio para saltar conmigo.


Y me dispuse a sonreír de forma sincera. 

Melocotón en almíbar. (Parte 6)


-Menudo idiota Erika, me tiene harta. ¿Todavía no lo ha pillado, después de casi un año? ¿Es medio retrasado o qué?
-Bueno, tía, no sé, estas cosas son difíciles, no todo el mundo es como tú.
-Pero le dejé la carta, se lo repetí cientos de veces, lo que yo necesitaba. Me hice a él durante meses y aún no lo entiende. “Necesito alejarme de ti, no necesitarte, no quiero hablar ni verte demasiado”. Eso me dijo el otro día cuando quedé con él para tomar una cerveza, ¿te lo puedes creer?
-Claro, yo haría lo mismo.
-Pues entonces la loca soy yo. O sea, que me dice que no cree que vaya a querer a alguien como me quiso o me quiere a mi, y no se le ocurre otra cosa que alejarse, haber, no es tan difícil, yo le quiero todavía mucho, no me preguntes cómo, pero le quiero, si en vez de alejarse, aprendiese a quererme igual que antes, es decir, si me quisiera lo mismo que cuando vivía con él, pero dejándome que le contase cosas, aprendiendo a verme por ahí, a hacer cosas que le molestasen, porque oye chica, yo también he tragado y lo sabes. Pues eso si no se alejase y aprendiese a darme libertad total, a no condicionarme, podría estar con él, hasta que él quisiera, hasta que me muriese, pero no, el niño tiene que alejarse, olvidarme y quererme menos… Esa no es la fórmula.
-No es la fórmula porque tú le quieres.
-Pero es que yo nunca le he dicho que no le quiera.
-Ya, más o menos, te sigo, creo… De todas formas, ¿tú no estabas con Alex?
-No estamos, es raro, me gusta muchísimo, y es igual que yo, y con él podría tener ese tipo de relación que Fer no me deja tener con él…
-¿Entonces, Olga?
-Entonces, no sé, estoy esperando a que Fer se de cuenta de cómo me tiene que querer, no sé, es como la última prueba, ¿sabes? Si nunca se da cuenta, me va ha perder para siempre, nunca podré volver a quererle como lo he hecho, y con lo que le quiero, quiero dársela, pero si no se da prisa…
-¿Sí?
-Pues eso, que Alex me da mucho, si no se da prisa, puede que haya encontrado a alguien…
-Oye.
-¿Qué?
-¿Cómo es Alex?
-Pues, no sé, como yo, pero en tío
-Yo te diría que no te comieses mas la cabeza por Fer, pasa del royo, como amigos y ya está, si el otro niño te gusta y encima te entiende en todo ese royo que no te entiende Fer, y casi nadie, no sé ni siquiera por qué te lo piensas..
-Porque a Fer lo quiero mucho Erika, de verdad.
-Y yo lo sé.-Me sonrió y la respondí con otra sonrisa agotada.-Ya sé que lo echas de menos, pero le has dado muchas oportunidades y siempre se confunde.
-Pero se confunde, no aposta, sino porque en el fondo es un niño cariñoso e inocente que no tiene ni idea de nada, un pequeño mocoso irresponsable, si yo lo sé…
Me miró mientras se reía burlándose de mí. Me sonrió como diciendo, pequeña aclárate, aunque ya sepas todo.
-Oye no me mires así.
-Es que estas muy mona cuando te enfadas. Anda vamos a llamar Lur, que debe de haberse quedado dormida, como siempre.
-Ya,-me reí- seguro que anoche se inchó a porros, y cuando fuma a esa no hay quien la despierte. ¿Cojo el coche y vamos a su casa?
-Claro, pero no pienso darte para gasolina.
-Ja, ja, ja, nadie te lo ha pedido, ¿desde cuando te pido yo para gasolina sino nos vamos de viaje?
-Estaba de broma.
-Lo sé, tonta.

Fuimos al piso de Lurdes, nos abrió la puerta su compañera Sofía, no he visto chica más sosa y tiesa en mi vida. Nos metimos dando voces en la habitación de Lur, que estaba dormida, como de costumbre…
-¡Ey, qué pasa pequeña mujer que inverna!
-Sí tía, pareces un puñetero oso...
-¿Pero, que narices...? ¡Maldita sea! ¡A la hoguera perras molestas!
-Venga, joder, Lurdes, -me quejé- sal ya de la maldita cama, que habíamos quedado hace hora y media…
-¿De qué te quejas? Tú también llegas tarde la mayoría de las veces…
-Puede… pero… - cogí la almohada y se la tiré a la cabeza- ¡Levanta ostias! ¡Jajá jajá!
-Serás mala pécora… ¡dejadme vivir!
-Como no te levantes, juro por mi padre que te tiraré un cubo de agua en toda la cabeza…
-No Erika no seas perra, que tú eres capaz…
-Pues venga, arriba.

Lur por fin salió de la cama. Encendió una barrita de incienso y se prendió el cigarro. Puso el café a hacer, y mientras nosotras nos sentábamos en el sofá ella se metió en el pequeño cuartito de baño a lavarse la cara. Tenía una mirada decaída, como si hubiera estado toda la noche de fiesta. con los ojos caídos e inchados. Volvió a la cocina y salió con la cafetera, tres tazas y el cigarro en la boca. Se sentó y dejó la china sobre la mesa.
-Mierda, la leche.
-¿Y el azúcar?
-Bah.

Me levanté a por leche y azúcar mientras Erika ponía música. Lurdes se remangaba los pantalones anchos y raídos y cruzaba las piernas mientras yo cogía su cajetilla y le quitaba un cigarro.

-Y bien. ¿Y cuál es el plan?


Melocotón en almíbar. (Parte 5)


Y así lo supe, después de nueve meses. En aquel pequeño antro, escuchando Rock, bebiendo ron. Con las paredes verdes algo viejas y desgastadas, con las mesas marrones de madera, pequeñas y cuadradas; con los pósters en las paredes y una guitarra colgada. Así lo supe… Borracha, y excitada, sonriente y brillante, pequeña y despeinada. Así me lo contó, así me lo dijo, así me hundió el corazón, ahí fue cuando la quise más que nunca y a la vez ya no la quise nada.

Sentí una punzada en la nuca y mientras me daba la vuelta se me lanzaron al cuello.
-¡Fer! Joder, Fer, ¿cómo estás? Cuánto tiempo…
-¿Olga?
-Pues claro, como si no te acordases de mi, a mi no puedes mentirme…
-Vaya, estás muy borracha, cariño.
-Llevas un mundo sin verme y ¿no se te ocurre nada mejor que decir?
Anda vamos a fuera, a hablar un rato, a que me cuentes como van las cosas.

Miraba serio hacia el frente, dirigiendo la mirada hacia el cielo que se dibujaba tras el cristal empañado de la puerta de entrada al bar, ella iba serena, sonriendo, mirando al frente, casi saltando al andar.
Tenia razón estaba nervioso, el corazón me latía fuerte, muy rápido, como si se me fuera a salir del pecho, como si todo el mundo pudiera escucharlo por encima de la música. Ella estaba allí, borracha, después de nueve meses, se me había tirado encima diciéndome que me había echado de menos, menuda mierda de juego…

-¿Qué tal estas?
-Bien, no puedo quejarme. Allí, allá, llevándome un poquito de aquí y de allí. Ya me conoces… ¿Y tú?
-Bien, supongo que bien…
-¿Solo eso? Te he echado de menos, ¿sabes?
-Vaya, qué bonito,-sus palabras dolían como puñales en la espalda, ¿Cómo podía decirme que me echaba de menos si no había dado señales de vida?- Después de nueve meses, me echas de menos, ¡venga tía, no mames! Pensaba que estabas muerta.
-Joder tío, ya te pedí que no me juzgases por lo que hice, necesitaba alejarme, no saber nada, somos muy diferentes. Que no podamos estar juntos, no significa que no te quiera, ¿sabes?
-Pues no tía, pues no. No entiendo una mierda.
-Ya te lo expliqué, nunca te he mentido, si que te he querido y te quiero pero tu nunca podrías haber compartido una vida conmigo, a lo mejor sí como colega, pero no como amante o pareja o como lo quieras llamar, ya sabes lo que pienso de toda esa mierda…
-Entonces no me querías ni la mitad que yo a ti.- le decía mientras salíamos a la terraza.
-Todo lo contrario.
-¿Qué quieres decir?-Estaba intrigado, raro, nervioso, ansioso, asustado, como un niño, como si me hubiese meado encima. La miré serio, intentando parecer sereno, sabía que ella sabía que no lo estaba, pero debía aparentarlo, intentar calmarme. Metí la mano en el bolsillo del pantalón cogí el paquete de Lucky y saque un cigarrillo, saqué el mechero y lo encendí mientras empezaba a hablar.
-Pues quiero decirte que yo he aprendido a querer de tal forma que no puedes condicionar. Vamos a ver, para ti querer es una relación de pareja, tu eres mío y yo soy tuya, tú solo me quieres a mi y yo solo te quiero a ti. No cariño, querer no es eso, querer es comprender, es compartir todo al 100%, querer es ser amigos, hermanos, mucho antes que amantes, querer, mi amor, es compartir cada sonrisa y cada lagrima, es aguantar aquellas cosas que hacen feliz a esa persona y a ti te molestan porque si la quieres debes de quererla con sus pros y sus contras, no puedes condicionarla a que sea de una forma diferente, la debes querer tal y como es. No sé, si quieres a alguien déjalo libre.
Pues yo te sabía querer así, tú nunca habrías podido hacerlo. ¿Lo entiendes ahora?
-¡Tampoco me diste la oportunidad!- me enfadé.
-Claro que te la dí, durante días, durante los meses que viví contigo, hasta a aquella noche, pero seguías sin entenderlo. Por eso me fui, tuve que irme.
-¿Sabes lo mal que lo he pasado estos nueve meses?
-Claro que sí, a veces he paseado por el barrio, a veces te he visto de lejos, a veces quería volver, pero no podía, me habría condicionado sola, habría dejado de ser libre, y no puedo permitirme ese lujo.

Miré al suelo, enfadado, renegado, con los pensamientos turbios saliéndome de los oídos como cataratas negras, observando el suelo, mientras sacudía la ceniza del cigarro.
Ella hizo un gesto con los pies, como si fuera a caerse y se apoyó con la espalda contra la pared, mirando al cielo, tranquila como siempre, con una muesca de felicidad en el rostro.

-He… conocido a alguien, ¿sabes?
-¿De veras?-dije indiferentemente, no me importaba, ahora mismo solo estaba preocupado por sentir que todo lo había tirado, yo, a la mierda.- ¿qué tal es?
-Pues -sonrió- es… extraño.
-¿Extraño?
-Sí.
-¿Físicamente?
-No- rió divertida. “Claro que no, vaya estupidez como va a decir eso de él, pareces gilipollas, Fer…” pensé- Físicamente es bastante guapo y atractivo, tiene el pelo, claroscuro, y los ojos claros, no es muy alto ni muy bajo. Es mono.
-¿Entonces?
-Entonces, es extraño en el sentido de que es extraño. No sé, me gusta. Es exactamente igual que yo, en sentido de mentalidad, tenemos hasta las mismas gilipolleces, me río mucho con él, es más, no puedo dejar de reírme, y luego no se ata, pero quiere. Me preocupa saber que puedo pasar una semana con él y seguido, tres meses sin verle, y todo va a seguir igual cuando lo vea.
-¿Y qué tiene eso de malo? ¿No deberías estar más contenta por encontrar a alguien así?
-Ese es el problema, tengo miedo.
-¿Miedo? ¿De qué?
-De quererle, no me gusta la idea...

¡PLAF! ¡PUM! ¡Toma hostia! ¡Menuda paliza estaba recibiendo! Iban a tener que escayolarme el pecho a ese paso…

-No quiero tener necesidad de nadie, no quiero echar de menos, no quiero amar, o puede que sí. El problema es que me da miedo, y no sé de qué, y eso ya es preocupante…
-Ya, creo que te entiendo, no sé tía por mucho que me duela, échale un par, y que te vaya guay, ahora mismo creo que voy a ir dentro, ya sabes, a emborracharme, llámame otro día si quieres o ven a casa, o no sé, ciao.
-Te quiero mucho Fer, no lo olvides…

Dios, necesitaba un buen trago, no quería saber más, por el momento no sabía ni que sentía ni que tenia que sentir y nada, estaba mareado mirando el suelo, quería perderme del mundo. Venga Fer, olvídalo, esto ya no es nada, esto ya no duele…  Vi a sus amigas salir, no las volví a ver en toda la noche. Me daba igual, me daba igual todo en ese momento, me emborraché y al día siguiente me costó recordar, pero aun recordaba lo suficiente de esa noche. Que surrealista era todo…


Desnudarte debería ser una obligación diaria.

Podría tomarme todo el tiempo del mundo en despojarte de tu ropa; lentamente, las yemas de mis dedos rozan tu piel y la textura de tu camiseta. Mirarte de espaldas y ver tu cuerpo desnudo, frágil, indefenso, suave, caliente. No necesito argumentos para hacerlo, solamente el centelleante brillo de tus ojos, y el suave tacto de tu piel, sígueme y seremos uno, métete dentro de mi, y déjame escuchar la banda sonora de nuestros corazones agitándose fuertemente, desnudarte debería ser una obligación diaria, así de simple. Sé que nadie te ha tocado antes como yo lo hice. Deja que mis manos lleven caricias a tu espalda hasta que tu piel se ponga de gallina a causa de los continuos escalofríos, deja que tu boca me emborrache y que nuestros pies jueguen entre las sábanas, con  la inocencia de dos niños pequeños jugando, sin picardía, deja que ese veneno tan dulce corra por mis venas, vamos, ven, entra tus secretos mas oscuros en mi jardín del edén, en mi paraíso personal, en donde sus puertas se hayan en tu cama.
Hoy no existe el reloj, ni el tiempo, no existen personas, ni siquiera la nada o el todo son excusas falibles para detenernos, declárame la guerra en tu colchón hasta que llegue el amanecer, y si llega, hazle trampas al sol.

Observa y aprende.

Las personas confunden el derecho a opinar, con el poder de juzgar a los demás.
Nadie, repito, nadie tiene derecho a juzgar a una persona se presenten los hechos que se presente. Nunca sabes cual puede ser el motivo que haya inclinado a una persona a hacer algo. Incluso, puede que esa persona tampoco los sepa y hayan sido motivos inconscientes, o subconscientes.
Por eso, nunca tendremos el derecho de juzgar a alguien, por muy egoístas o muy nobles que hayan sido los motivos para hacer o actuar de una determinada forma, siempre los tendrá, siempre tendrá un motivo, una necesidad, un trauma, un sueño, una esperanza, un miedo... Es como quien juzga a un pobre de ladrón. Puede que haya cometido un robo, pero su motivo es el hambre, y la necesidad de sobrevivir. Alguien le tachará de mala persona, pero habría que ver a esa persona en tal situación.

Recuerda: cada persona es un mundo, cada persona es su persona, sus decisiones y sus consecuencias. Todos tenemos motivos para hacer cualquier cosa, todos tenemos porqués.