jueves, 21 de febrero de 2013

Desnudarte debería ser una obligación diaria.

Podría tomarme todo el tiempo del mundo en despojarte de tu ropa; lentamente, las yemas de mis dedos rozan tu piel y la textura de tu camiseta. Mirarte de espaldas y ver tu cuerpo desnudo, frágil, indefenso, suave, caliente. No necesito argumentos para hacerlo, solamente el centelleante brillo de tus ojos, y el suave tacto de tu piel, sígueme y seremos uno, métete dentro de mi, y déjame escuchar la banda sonora de nuestros corazones agitándose fuertemente, desnudarte debería ser una obligación diaria, así de simple. Sé que nadie te ha tocado antes como yo lo hice. Deja que mis manos lleven caricias a tu espalda hasta que tu piel se ponga de gallina a causa de los continuos escalofríos, deja que tu boca me emborrache y que nuestros pies jueguen entre las sábanas, con  la inocencia de dos niños pequeños jugando, sin picardía, deja que ese veneno tan dulce corra por mis venas, vamos, ven, entra tus secretos mas oscuros en mi jardín del edén, en mi paraíso personal, en donde sus puertas se hayan en tu cama.
Hoy no existe el reloj, ni el tiempo, no existen personas, ni siquiera la nada o el todo son excusas falibles para detenernos, declárame la guerra en tu colchón hasta que llegue el amanecer, y si llega, hazle trampas al sol.

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