jueves, 21 de febrero de 2013

Melocotón en almíbar. (Parte 5)


Y así lo supe, después de nueve meses. En aquel pequeño antro, escuchando Rock, bebiendo ron. Con las paredes verdes algo viejas y desgastadas, con las mesas marrones de madera, pequeñas y cuadradas; con los pósters en las paredes y una guitarra colgada. Así lo supe… Borracha, y excitada, sonriente y brillante, pequeña y despeinada. Así me lo contó, así me lo dijo, así me hundió el corazón, ahí fue cuando la quise más que nunca y a la vez ya no la quise nada.

Sentí una punzada en la nuca y mientras me daba la vuelta se me lanzaron al cuello.
-¡Fer! Joder, Fer, ¿cómo estás? Cuánto tiempo…
-¿Olga?
-Pues claro, como si no te acordases de mi, a mi no puedes mentirme…
-Vaya, estás muy borracha, cariño.
-Llevas un mundo sin verme y ¿no se te ocurre nada mejor que decir?
Anda vamos a fuera, a hablar un rato, a que me cuentes como van las cosas.

Miraba serio hacia el frente, dirigiendo la mirada hacia el cielo que se dibujaba tras el cristal empañado de la puerta de entrada al bar, ella iba serena, sonriendo, mirando al frente, casi saltando al andar.
Tenia razón estaba nervioso, el corazón me latía fuerte, muy rápido, como si se me fuera a salir del pecho, como si todo el mundo pudiera escucharlo por encima de la música. Ella estaba allí, borracha, después de nueve meses, se me había tirado encima diciéndome que me había echado de menos, menuda mierda de juego…

-¿Qué tal estas?
-Bien, no puedo quejarme. Allí, allá, llevándome un poquito de aquí y de allí. Ya me conoces… ¿Y tú?
-Bien, supongo que bien…
-¿Solo eso? Te he echado de menos, ¿sabes?
-Vaya, qué bonito,-sus palabras dolían como puñales en la espalda, ¿Cómo podía decirme que me echaba de menos si no había dado señales de vida?- Después de nueve meses, me echas de menos, ¡venga tía, no mames! Pensaba que estabas muerta.
-Joder tío, ya te pedí que no me juzgases por lo que hice, necesitaba alejarme, no saber nada, somos muy diferentes. Que no podamos estar juntos, no significa que no te quiera, ¿sabes?
-Pues no tía, pues no. No entiendo una mierda.
-Ya te lo expliqué, nunca te he mentido, si que te he querido y te quiero pero tu nunca podrías haber compartido una vida conmigo, a lo mejor sí como colega, pero no como amante o pareja o como lo quieras llamar, ya sabes lo que pienso de toda esa mierda…
-Entonces no me querías ni la mitad que yo a ti.- le decía mientras salíamos a la terraza.
-Todo lo contrario.
-¿Qué quieres decir?-Estaba intrigado, raro, nervioso, ansioso, asustado, como un niño, como si me hubiese meado encima. La miré serio, intentando parecer sereno, sabía que ella sabía que no lo estaba, pero debía aparentarlo, intentar calmarme. Metí la mano en el bolsillo del pantalón cogí el paquete de Lucky y saque un cigarrillo, saqué el mechero y lo encendí mientras empezaba a hablar.
-Pues quiero decirte que yo he aprendido a querer de tal forma que no puedes condicionar. Vamos a ver, para ti querer es una relación de pareja, tu eres mío y yo soy tuya, tú solo me quieres a mi y yo solo te quiero a ti. No cariño, querer no es eso, querer es comprender, es compartir todo al 100%, querer es ser amigos, hermanos, mucho antes que amantes, querer, mi amor, es compartir cada sonrisa y cada lagrima, es aguantar aquellas cosas que hacen feliz a esa persona y a ti te molestan porque si la quieres debes de quererla con sus pros y sus contras, no puedes condicionarla a que sea de una forma diferente, la debes querer tal y como es. No sé, si quieres a alguien déjalo libre.
Pues yo te sabía querer así, tú nunca habrías podido hacerlo. ¿Lo entiendes ahora?
-¡Tampoco me diste la oportunidad!- me enfadé.
-Claro que te la dí, durante días, durante los meses que viví contigo, hasta a aquella noche, pero seguías sin entenderlo. Por eso me fui, tuve que irme.
-¿Sabes lo mal que lo he pasado estos nueve meses?
-Claro que sí, a veces he paseado por el barrio, a veces te he visto de lejos, a veces quería volver, pero no podía, me habría condicionado sola, habría dejado de ser libre, y no puedo permitirme ese lujo.

Miré al suelo, enfadado, renegado, con los pensamientos turbios saliéndome de los oídos como cataratas negras, observando el suelo, mientras sacudía la ceniza del cigarro.
Ella hizo un gesto con los pies, como si fuera a caerse y se apoyó con la espalda contra la pared, mirando al cielo, tranquila como siempre, con una muesca de felicidad en el rostro.

-He… conocido a alguien, ¿sabes?
-¿De veras?-dije indiferentemente, no me importaba, ahora mismo solo estaba preocupado por sentir que todo lo había tirado, yo, a la mierda.- ¿qué tal es?
-Pues -sonrió- es… extraño.
-¿Extraño?
-Sí.
-¿Físicamente?
-No- rió divertida. “Claro que no, vaya estupidez como va a decir eso de él, pareces gilipollas, Fer…” pensé- Físicamente es bastante guapo y atractivo, tiene el pelo, claroscuro, y los ojos claros, no es muy alto ni muy bajo. Es mono.
-¿Entonces?
-Entonces, es extraño en el sentido de que es extraño. No sé, me gusta. Es exactamente igual que yo, en sentido de mentalidad, tenemos hasta las mismas gilipolleces, me río mucho con él, es más, no puedo dejar de reírme, y luego no se ata, pero quiere. Me preocupa saber que puedo pasar una semana con él y seguido, tres meses sin verle, y todo va a seguir igual cuando lo vea.
-¿Y qué tiene eso de malo? ¿No deberías estar más contenta por encontrar a alguien así?
-Ese es el problema, tengo miedo.
-¿Miedo? ¿De qué?
-De quererle, no me gusta la idea...

¡PLAF! ¡PUM! ¡Toma hostia! ¡Menuda paliza estaba recibiendo! Iban a tener que escayolarme el pecho a ese paso…

-No quiero tener necesidad de nadie, no quiero echar de menos, no quiero amar, o puede que sí. El problema es que me da miedo, y no sé de qué, y eso ya es preocupante…
-Ya, creo que te entiendo, no sé tía por mucho que me duela, échale un par, y que te vaya guay, ahora mismo creo que voy a ir dentro, ya sabes, a emborracharme, llámame otro día si quieres o ven a casa, o no sé, ciao.
-Te quiero mucho Fer, no lo olvides…

Dios, necesitaba un buen trago, no quería saber más, por el momento no sabía ni que sentía ni que tenia que sentir y nada, estaba mareado mirando el suelo, quería perderme del mundo. Venga Fer, olvídalo, esto ya no es nada, esto ya no duele…  Vi a sus amigas salir, no las volví a ver en toda la noche. Me daba igual, me daba igual todo en ese momento, me emborraché y al día siguiente me costó recordar, pero aun recordaba lo suficiente de esa noche. Que surrealista era todo…


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