jueves, 21 de febrero de 2013

Melocotón en almíbar. (Parte 8)

Aquella tarde fuimos a tomar un café y terminamos follando en su coche.
Sonia, aquella encantadora, simpática, y dulce muchacha de ojos oscuros y pelo castaño claro. Me gustaba, me había dado confianza para contarle mis cosas, me había curado las heridas con melcromina y besos, y también con discursos sinceros. Cuántas veces había aguantado aquella niña de 20 años mis historias y mis estupideces sobre la pequeña Olga. Cuántas me había ayudado, y cuantas veces habría hecho que por un tiempo me olvidará de ella. Yo lo intentaba, estaba a gusto con ella, pero seamos sinceros, Olga era mucha Olga, y en el fondo siempre iba a estar ahí.

Ese día fuimos a tomar café y terminamos sudando en su coche.
Y ya no hay más.
No hay más por mi parte. Ella me quería, era cariñosa, risueña, y me cuidaba. Me llamaba, estaba pendiente con sus cariños. Se había rayado muchas veces, pero para mi, no podría ser mas, simplemente no podría quererla mas, había llegado a mi limite con Sonia, solamente la tenia cariño y le estaba agradecido, y por agradecimiento no quería hacerle daño, y la cuidaba también en ciertos aspectos, pero tampoco la mentí nunca.

-Fer, ¿qué tal con Sonia?
-Con Sonia bien, como siempre… ¿por qué?
-Por nada, curiosidad hermano, me cae bien, me gusta para ti.
¿Este sábado vas a salir?
-Supongo. Hay fiesta, ¿no?
-Sí. Hacen fiesta por no sé qué en el London.
-¿Entrada?
-Claro. Pero son solo 5 pavos con consumición, por lo visto va a estar bastante bien.
-Sí, eso me han dicho.
-Oye pásate eso, que te lo pinchas.
-Pero si me lo acabo de encender…
-¡Eso ya huele a uña pedazo de rata, va por menos de la mitad!
-¡Qué va! Lo que pasa es que era flautero. Además tú te estas bebiendo mi litro, no te quejes.
-Baaah, eres un mierdas.


Le pasé el porro a Edu, y me fui a la tienda a por una bolsa de pipas. Iba pensando que a la fiesta del London iba a ir con Sonia, y tenia bastantes ganas de esa fiesta, aunque me apetecía mas ir solo con mis amigos, aun a veces, a pesar de que había pasado mucho tiempo, me apetecía estar solo. Pero bueno, no había mas opciones. Mis amigos eran sus amigos. Así que tocaba apechugar. Por lo menos ella no era una persona agobiante... normalmente.
¿Cuánto más iba a alargar esta mentira? No podía “dejarla”, me sentiría fatal conmigo mismo por mandar al carajo a la única persona que a logrado distraerme de Olga en todo este tiempo. Pero sabía que cuanto más la hiciera subir, más le dolería la caída. ¿Cuánto tiempo más?

No hay comentarios:

Publicar un comentario