viernes, 30 de marzo de 2012

sábado, 17 de marzo de 2012

El destino de tu libertad está en el límite de tus pensamientos...

La luna esta llena en el cielo y yo estoy aqui en el suelo vacia.
¿Vacia de que?
Hoy me siento melancolica y entristecida sin motivo alguno.
La dicha y la suerte recorren mi vida a menudo, aunque no siempre. Aun asi, no tengo motivos para quejarme.
¿Pero que se supone que debe llenarme?
Desde pequeños la personalidad de cada cual se ve condicionada, tu cerebro, tus pensamiento, se ven condicionados. Primero por la genetica de tus antepasados y despues por tu entorno. Eso es lo que nos hace ser personas.
¿Realmente somos libres?
¿Realmente somos felices cuando lo somos? ¿O simplemente crees serlo y creemos sentir todo lo que sentimos?
Porque nuestras emociones, sentimientos, pasiones, esperanzas, miedos, sueños, pensamientos, creencias y elecciones estan conectadas a una carga genetica y a otra social. No hemos nacido libres.
¿Como saber cuando lo somos realmente?
Para serlo debemos criarnos alejados de todo, sin padre , sin madre, sin ombligo...
¿Por que lloramos?
¿Por que amamos?
¿Que es amar? ¿Que nos impulsa a querer a esas personas?
Si estamos condicionados, debemos estar condicionados a amar u odiar a cierto tipo de personas, porque conscientes o inconscientes de ellos es lo que nos han enseñado o hemos aprendido... ¿Por que dependencia o necesidad de ellos?
El cerebro es una maquina de carne...
No somos nada, no somos nadie, somos animales enjaulados por nosotros mismos...
La opresion existe, pero la verdadera libertad aun no se a dado a conocer.

Sucios de nuestra propia inteligencia, valores y normas morales...
¿Quien decidio lo que estaba bien o mal?
Comidos por nuestros propios miedos...
¡Seamos animales de nuevo, vivamos libres entre tierra, agua y cielo!
La superacion de uno mismo esta en ir mas alla de lo que otros creyeron el final y lo que llamamos libertad no es mas que aquello que se sale un poco del molde, un poco mas alla, donde se dobla la linea.
Aquellos que se creen libres no son mas que sujetos condicionados concientes de ello, que tienen la suficiente fuerza como para luchar contra sus deberes.
Aquel que verdaderamente es libre es ese que lucha contra si mismo y gana por partida doble quedando liberado de si mismo y a su vez, siendo mas el/ella que nunca...
Nunca llegaremos a ser realmente libres...

lunes, 12 de marzo de 2012

Melocotón (en almíbar). Segunda parte:





Estaba dando un paseo, sin más, un simple paseo, me apetecía caminar y observar a la gente, formar parte del mundo por un día, aunque fuera desde un plano segundario, o incluso terciario. Caminar por las calles y ver como se comporta el eje que hace que gire el mundo. Nadie se percata de que te encuentras allí con ellos.
Era un día de esos que me gustan, de primavera, en los que el sol brilla muchísimo, pero hace viento, y nunca sabes si el día terminará en un esplendido atardecer o en una estrepitosa tormenta.
Paseaba y cuando me quise dar cuenta estaba allí, de nuevo frente a aquel portal, junto a aquellos matorrales que cercaban el pequeño parque verde, con el banco de siempre, marrón, frío, y desgastado a mis espaldas.
Sin querer había vuelto. Quizá deba subir.

Es extraña esta sensación. Nunca pensé en extrañar, y sin embargo lo echo de menos, he amado a muchas personas, y siguen estando aquí, presentes, pero no las extraño, soy feliz con su recuerdo, soy feliz a pesar de mi misma, y soy feliz porque son parte de mí.
¿A caso es necesario extrañar si están aquí?
No, claro que no. No merece la pena, cierra los ojos y sonríe.
Y sin embargo no funciona, sigo extrañando.
Esa sensación de calor en el pecho, debe ser la primavera.

Me había quedado allí, parada, sin hacer nada, en la acera de enfrente, y entonces abrieron la puerta del viejo portal.
Sonreí para mis adentros. Hace meses que no lo veo, se ha cortado el pelo, y tiene los ojos teñidos de una tristeza lejana. Que estúpido es, no se imagina la tontada que está haciendo, ¿por qué estar triste si seguimos siendo nosotros mismos?
No sabe que le estoy mirando, y no se va a dar cuenta, simplemente ha ido a tirar la basura, y el contenedor no esta ni a dos pasos de la puerta. Ahora subirá despacio las escaleras, y no se dará cuenta de que siento como va subiendo cada peldaño uno a uno hasta abrir la puerta de casa y sentarse en el sofá para encenderse un cigarrillo, exhalar el humo mirando hacia arriba, mirar a los lados y preguntarse qué esta haciendo para luego decidir encender la tele y ver un programa cualquiera.

Sí, ni se lo imagina, entonces me iré y puede que esta vez no vuelva o quizá venga el año que viene, en cierto modo estoy confusa. A mi me gusta mi independencia… si me acercase a él o una de dos, o le hundiría en un pozo de mierda hasta el cuello en el que se van hinchando los recuerdos hasta asfixiar o lo salvaría del mismo.
Me parecen absurdas las concepciones que tienen las personas, es absurdo pensar en la posesión o en el derecho de algo relacionado con alguien, es decir, supongamos que en una relación de pareja, la típica relación de pareja, uno dice, “hola, esta es mi novia” ¿cómo que tu novia? Puedes decir, es la persona con la que comparto mi vida, o con la que de momento comparto cama, pero no es tu nada, es la persona a la que quieres y ser feliz con alguien no significa estar con esa persona las 24horas del día, ni significa que debas encerrarte en esa relación, ni que no puedas actuar de forma natural  comparado con como lo hacia antes, es mas, ni siquiera significa estar con ella, solo quererla incondicionalmente, con defectos, errores, con pros y contras, quererla y dejarla libre, beber de su felicidad.. Es un ejemplo algo brusco ya que es una frase que se utiliza mucho sin tener ese significado que yo quiero darle, pero exagerando las cosas una se expresa mejor, además amar no implica eso: una relación de pareja, o acostarse con alguien. El amor se manifiesta de muchas maneras, con esto no quiero decir que cuando quieres a alguien de verdad no hagas estas cosas, claro que se hacen, lo que quiero decir, es que no son necesarias, hay cosas mucho mas importantes que de verdad conllevan amar, como la comprensión.
Es difícil explicar, amar es un concepto demasiado grande e importante y demasiado abstracto.

Ya había entrado en el portal, cerré los ojos y pude sentir y visualizar levemente como se metía las manos en los bolsillos y sacaba las llaves.
Subirá y hará todo eso que dije, lo se, lo siento.
Reflexionará viendo un programa de televisión cualquiera.
Entonces me daré la vuelta y se irá la primavera.


I ♥ Rugby




1.Cómo vas a saber lo que es el amor si tu madre nunca te cosió la camiseta a pesar de sufrir cada vez que entrabas al campo.
2.Cómo vas a saber lo que es el dolor si jamás te comiste un placaje y no pudiste atarte los cordones por un mes.
3.Cómo vas a saber lo que es el placer si nunca ganaste un encuentro en el barro.
4.Cómo vas a saber lo que es llorar si jamás perdiste una final sobre la hora con un golpe dudoso.
5.Cómo vas a saber lo que es el cariño si nunca acariciaste el balón sin darte cuenta mientras escuchabas la charla técnica.
6.Cómo vas a saber lo que es la solidaridad si jamás te hiciste echar por defender a un compañero golpeado indefenso en el suelo.




7.Cómo vas a saber lo que es la poesía si nunca tiraste un drop con el contrario encima.
8.Cómo vas a saber lo que es la humillación si jamás te hicieron un sombrerito y no le llegaste nunca.
9.Cómo vas a saber lo que es tocar el cielo si jamás diste la vuelta y te tiraste a la pileta.
10.Cómo vas a saber lo que es el pánico si nunca te sorprendieron mal parado en un contraataque.
11.Cómo vas a saber lo que es el egoísmo si nunca arriesgastes en un ataque cuando tenías al lado a tu ala sin marcar.
12.Cómo vas a saber lo que es el sacrificio si nunca entrenaste en invierno bajo la lluvia después de trabajar todo el día.
13.Cómo vas a saber lo que es el arte si nunca improvisaste una jugada con tu medio.
14.Cómo vas a saber lo que es el servicio incondicional si nunca fuiste delantero.
15.Cómo vas a saber lo que es la injusticia si nunca te echó un árbittro que estaba lejos.
16.Cómo vas a saber lo que es el perdón si nunca te emborrachaste con el que te mandó al hospital.
17.Cómo vas a saber lo que es el valor si nunca le diste la vuelta a un resultado imposible.
18.Cómo vas a saber lo que es la amistad si nunca viviste un tercer tiempo.
19.Cómo vas a conocer el espíritu de lucha si nunca tuviste que salir porque las piernas ya no te respondían.
20.Cómo vas a saber lo que es el liderazgo si nunca te pusiste el equipo al hombro y lo llevaste adelante cuando todos se dieron por vencidos
21.Cómo vas a conocer el compañerismo si nunca sentiste una palmada en la espalda cuando por culpa tuya les hicieron un ensayo
22.Cómo vas a saber lo que la felicidad si nunca hiciste un ensayo
23.Cómo vas a saber lo que la desesperación si nunca te llevaron para atrás en una melee
24.Cómo vas a aprendes a imponerte si nunca hiciste un ascensor
25.Cómo vas a conocer la unión si nunca te juntaste bajo los palos
26.Cómo vas a saber lo que es la vida, si nunca, jamás, jugaste al rugby.













Sueño otoñal de una noche de verano (4)

Su alma helada no dejaba de mirarme mientras tocaba el piano en aquél gran salón lleno de polvo, telarañas, sueños y muebles cubiertos por sábanas. Encima del piano, una pequeña flor azul se marchitaba hasta perder su color, incluso el de su tallo, y el pequeño jarrón de cristal se corroía igual que la flor a la que había dado vida.
Aquella melodía cantarina a la vez que melancólica recordaba al canto de un ruiseñor ahogándose en la angustia. Todas sus notas volaban de un lado a otro de la habitación rozándome el aliento con el aspecto de pequeños polluelos cadavéricos.
Y él no dejaba de mirarme.
La música aún habiendo hecho que mi alma se encogiera hasta el punto de poder esconderse entre mis pulmones, había conseguido avivar algo en mi, pues me resultaba familiar.
Y él no dejaba de mirarme.
Sí, estaba claro, no era la primera vez que escuchaba eso, y aquellos diminutos esqueletos de ruiseñor lloraban y volaban felices al igual que la sensación que bebía de mis venas.
Y él no dejaba de mirarme.
Se me ocurrió preguntarle acerca la pieza, sí, preguntarle eso antes de quién era.
-¿Que estas tocando?
Seguía sin moverse, mirándome fijamente, como si no hubiera escuchado nada.
-Oye, ¿me escuchas? Digo, que qué tocas, me resulta familiar.
Arqueó un tanto la ceja y frunció otro tanto la siguiente, levantó una mano sin dejar de tocar y me mando callar con su dedo indice. Me quedé sin hablar un largo rato, pero esa situación empezaba a desesperarme.
-Sabes, no se que hacemos aquí... y esa canción cada vez me pone mas los pelos de punta, ¿no vas a decirme qué es?
Una media sonrisa de psicópata recorrió su rostro y sentí como mi alma, que antes anidaba entre mis pulmones, bajó a mis entrañas arañándome el estomago. Abrió la boca y entonces la melodía se mezclo con un pitido muy leve en mis oídos y un zumbido que acompañaba al movimiento de labios de ese chico. Era como cuando las ondas de radio se mezclan con la mala sintonización de un canal de televisión, o como el sonido que sale del televisor cuando aparece en él la imagen de varias franjas de colores.
Me tapé los oídos por miedo a marearme otra vez, en ese momento dejó de hablar y aquel horrible sonido cesó.
-Eso... ¿qué ha sido eso?- Lo miré y él no dejaba de mirarme. Siguió tocando aquella pieza una y otra y otra vez.
-¿Por que?
Frunció el ceño y comenzó a mirarme con cara de impaciencia. La canción del piano empezaba a atarse a mi como una soga al cuello, estaba asfixiándome. Decidí sentarme al pie de unas escaleras de madera que rechinaban y daban a algún posible 2º piso. Estuve allí sentada una hora aproximadamente (o eso me pareció a mi), y en todo momento no dejó de mirarme.
El principio de mi desesperación.
-Dime algo, por favor.- Y no dejaba de mirarme con la misma cara de inexpresividad.-¿Por que no hablas? Dime algo,¿ quién eres? ¿Qué tocas? ¿Dónde estamos?- No respondía y mi nerviosismo fue aumentando, por lo que comencé a dar voces-¡Maldita sea, deja de mirarme así y abre la maldita boca de una vez!
La melodía paró y el dejó de mirarme. Yo, de pie frente a él. Él mirando el piano ofuscado, y el piano marchitándose consecuentemente él había apartado sus manos de las teclas.
-¿Y bien? ¿No piensas dirigirme una sola palabra?
Se levantó brusca y rápidamente de la banqueta y vino hacia mi. Cuando le miré sentí miedo y la posibilidad de morir arañaba mis entrañas empujándome a salir corriendo, pero no tenia la mínima intención de hacerlo.
Me miró de mala forma, estaba enfadado conmigo.
-¿Qué pasa?
Me tapó la boca con fuerza haciendo que me chocase contra la pared y acto seguido me mando callar. Le empujé para quitármelo de encima.
-Esta situación empieza a hartarme.
Volvió a abrir la boca y gritó algo que no puede escuchar, pues los oídos me pitaron de nuevo con fuerza. Esta vez le tapé yo a él la boca.
¿Eso lo has hecho tú?
Volvió a mirarme enfadado, a él también le pitaban los oídos. ¿Por qué no podríamos escucharnos?
Me apartó el pelo de la cara y me lo recogió en la oreja, se sentó una vez mas y siguió tocando. El piano rejuveneció hasta el día de su estreno, él lo salvo de su senectud.
Me miró de nuevo, pero esta vez me invitó a sentarme. La música invadía la habitación, la misma música de antes, y tocaba sin partitura, por lo que seguía sin saber que era lo que estaba escuchando.
Miré las teclas, quise tocar. Acerqué las manos pero cuando hice sonar la primera tecla, desperté.

viernes, 2 de marzo de 2012

Sueño otoñal de una noche de verano (3)

Un árbol.
Un árbol blanco sobre un césped verde lleno de flores y algunas hojas secas. De una de sus ramas un columpio negro se movía con el aire, aunque allí no existía el aire. El césped se difuminaba con el blanco y la tierra quedaba limitada. Este lugar se encontraba suspendido en el espacio-tiempo. Alrededor de todo eso no había nada: vació. El eco de mis pasos retumbaba sobre el limite del vació ilimitado mientras caminaba hacia aquel pedazo de mundo. A medida que me fui acercando comencé a distinguir una silueta tras el árbol blanco, sin hojas, alto y alargado. Una silueta de un hombre que estaba de espaldas y vestía unos pantalones negros ajustados y una chaqueta marrón oscura desgastada. Me acerque lo suficiente como para hacer ruido pisando algunas hojas secas, sintiendo como sin moverse, con los brazos cruzados, abría levemente el ojo izquierdo y miraba hacia atrás de reojo. Me pare apenas  a un metro de su espalda y le mire sin mover un ápice de mi cuerpo. Bajo la pierna que apoyaba en el tronco, y mientras se metía las manos en los bolsillos se dio media vuelta.
Un gélido escalofrió me arañó la espina dorsal. Grises.
Otra vez aquellos ojos grises de mirada perversa y aquella media sonrisa.
Después, furia. Gritaba enfadado, y todo se tornó oscuro, turbio y ventoso, como si estuviera en medio de un tornado. Él gritaba y yo no escuchaba nada, los oídos me zumbaban y pitaban como una radio mal sintonizada.
Comencé a marearme y caí con fuerza al suelo sobre mis rodillas, agarrándome la cabeza a la vez que me tapaba los oídos. Acto seguido, él me cogió de la barbilla y me obligó a mirarle con brusquedad. Dejó de gritar y su rostro volvió a aquella frialdad inexpresiva que lo caracterizaba. Me apartó el pelo de los ojos agachándose para mirarme, y luego todo se volvió negro.
Desperté en mi cama, con la ropa puesta y empapada en sudor. La nariz me sangraba. Me levanté, pero las piernas me temblaban y los pies no soportaban mi peso, así que me limité a sentarme sobre el  colchón. Mire el reloj... había dormido 18horas... Volví a tumbarme sobre mi cama tapándome la nariz con los dedos. Me quedé dormida de nuevo...